Lamentablemente, muchos asocian el concepto de riesgo con el pesimismo. El término “riesgo” es interpretado por muchos en su sentido peyorativo. Se vincula el concepto con el miedo. Lo “riesgoso” es lo inseguro. Lo “riesgoso” es lo dudoso. Lo riesgoso, en el fondo, es una especie de engaño. Entonces, decir que Bitcoin es un “activo de riesgo” es prácticamente una blasfemia. La etiqueta se entiende como un ataque. Y, cuando hay ataque, debe haber una defensa. “El único riesgo es tener dólares”. “El verdadero riesgo es no tener Bitcoin”. Estas frases nos revelan el gran malentendido en torno al riesgo.
Todo pronóstico racional se basa en las probabilidades. Entonces, lo prudente es pensar en probabilidades. En consecuencia, lo imprudente en pensar absolutos. O sea, no hay certezas. Eso implica que no todo sucede acorde al plan. No somos infalibles. En muchos casos, nuestros pronósticos fallan. Pero, por lo general, no fallan por incompetencia. Fallan, porque a la par de lo probable también existe lo improbable. Es decir, lo excepcional también sucede. Hay días soleados. Pero también hay días lluviosos. Lo que predomina es el sol. Pero esto no quiere decir que nunca tendríamos un día de lluvia. Por ende, es conveniente prepararse para lo excepcional. Es decir, tenemos un plan A. Pero también hay que tener un Plan B en caso de que Plan A falle. No es pesimismo. Es gestión.
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