Bitcoin parece, para muchos, la criptomoneda de un futuro basado en la criptografía. Desde sus inicios ha tenido detractores y entusiastas pero con los años parece estar creciendo el interés institucional por regularizar este activo digital que no se ha revalorizado notablemente desde su valuación inicial. Sin embargo, este activo no tiene por qué formar parte de este futuro ni reunir todas las ventajas necesarias para poder ser mantenida frente a sus desventajas. En este artículo analizamos algunas de las desventajas de Bitcoin en relación con el medio ambiente.
Toda forma de desarrollo va acompañada de ciertas desventajas: bitcoin, por supuesto, no es la excepción a la norma. Su límite de operaciones por segundo es una de las ya bien conocidas, y no podemos descartar que con su uso y explotación otras vayan saliendo a la luz. Sin embargo, el también ya demostrado ingente consumo de energía que supone mantener sus granjas de minado amenaza la sostenibilidad futura de la moneda en la era del calentamiento global y la alarma energética.
Conocer el consumo de energía que supone el mantenimiento de la moneda no es sencillo, pero ante la conciencia del alto gasto energético que supone, muchos se han lanzado a la tarea de calcularlo. En este aspecto, la web Digiconomist publica regularmente estadísticas de consumo, y muchos análisis toman sus índices como referencia. No obstante, este “índice de consumo de energía Bitcoin” carece de una base exacta en sus cifras de consumo.