El voto electrónico está ganando su lugar en el creciente debate sobre el uso de la tecnología Blockchain. Desde nuestro punto de vista, cuando la tecnología aborda estos temas socialmente sensibles, los valores dan un paso adelante, junto con las diferencias y los choques que implican. Esos valores democráticos transmiten la identidad, las patologías y los temores del contexto del que proceden. En ese sentido, la operación técnica de diseñar y desarrollar un sistema de votación conlleva efectos políticos y jurídicos que hacen que la cuestión sea sensible a los casos, dependiendo de las diferentes tradiciones territoriales y constitucionales.
Así pues, creemos que el debate debe estar libre de la idea de que es posible una solución perfecta y universal. Más bien, la principal preocupación es integrar los valores constitucionales pertinentes y su equilibrio proporcional en el sistema. Las herramientas deben adaptarse a la dirección política que proporcionan los órganos representativos en cumplimiento de las limitaciones constitucionales generales.
Algunas experiencias pasadas de votación electrónicaLos experimentos anteriores de votación electrónica han encontrado dificultades tanto contextuales como estructurales. En Europa, el principal punto de referencia es el sistema de votación electrónica a distancia de Estonia. Los analistas e investigadores han puesto de relieve cuestiones críticas relacionadas con la seguridad de los dispositivos individuales y la autenticación de la identidad, basada en un número de identificación personal (PIN) y propensa a la usurpación de la identidad.