Bruselas, 9 oct (EFECOM).- Los gobiernos de Bélgica, Francia y Luxemburgo, junto con el Consejo de Administración de Dexia, ultiman un plan de rescate que, según el acuerdo político alcanzado, prevé dividir al gigante francobelga en tres y crear un 'banco malo'.
El objetivo es alcanzar un acuerdo antes de la apertura de los mercados el lunes, cuando se prevé que el regulador bursátil belga levante la suspensión de la cotización de Dexia.
De momento, el Consejo de Administración de Dexia sigue reunido desde las 13:00 GMT con el fin de aprobar la propuesta francobelga, y después un Consejo de Ministros dará su último visto bueno al rescate.
En esa reunión, se pretende autorizar al Gobierno belga a encargar oficialmente a la Sociedad Federal de Participaciones e Inversiones (SFPI) la adquisición de Dexia Banca Bélgica.
En virtud de las últimas informaciones del rescate divulgadas por medios locales, el Estado belga comprará Dexia Banca Bélgica por 4.000 millones, mientras que el francés adquirirá la filial francesa Dexia Municipal Agency (DMA) para atender la financiación de las entidades locales.
El pacto incluye además la creación de un banco residual, también conocido como "banco malo" que asumirá los activos dañados y la venta del negocio luxemburgués a un inversor internacional, el cual, según medios locales, sería el fondo soberano de Catar y pagaría 900 millones de euros por la filial sin sus activos tóxicos.
El precio por el que el Estado belga adquirirá el 100 % del capital social de Dexia Banca Bélgica se sitúa en la parte baja de horquilla de entre 3.500 y 8.000 millones de euros que el primer ministro belga en funciones, Yves Leterme, había calculado serían necesarios para ejecutar la compra.
En un primer momento, el Estado belga mantendrá la totalidad del capital social, pero después de un tiempo, las regiones, que controlan el 5,7 % de Dexia, podrán formar parte del accionariado, tal y como pretendían.
El grupo perderá igualmente su filial francesa, DMA, que será adquirida por el Estado francés por un importe que se sitúa entre 650 y 700 millones de euros.
El resto del Grupo Dexia se convertirá en un banco malo. Éste tendrá activos por unos 90.000 millones de euros, que serán garantizados por los Estados belga (60 %), francés (36,5 %) y luxemburgués (3,5 %).
A Bélgica le corresponderán así garantizar unos 54.000 millones de euros, en torno al 15 % del PIB, a Francia 32.850 millones y a Luxemburgo 3.150 millones.
El banco residual tendrá que pagar primas sobre esas garantías.
El Estado belga considera que los términos del acuerdo se ajustan más o menos a su objetivo de negociación, que era no tener que desembolsar más del 1 % del PIB nacional (3.600 millones de euros) por la compra de Dexia Banca Bélgica.
El ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, ha dicho que, al igual que en las ayudas aprobadas durante la crisis financiera de finales de 2008, el Estado no pretende permanecer eternamente en el capital social de Dexia, aunque sí unos cinco años o más.
"En cinco años o más quizás todavía estemos dentro", señaló horas antes. Reynders también afirmó que la creación del "banco malo", para aislar los activos tóxicos, será menos problemática que en 2008, porque los activos afectados son esencialmente préstamos a largo plazo de las administraciones locales que el Estado debe garantizar.
Se trata del segundo rescate de Dexia tras la intervención pública en septiembre de 2008, en aquel entonces a causa de la crisis de las hipotecas 'subprime' en EEUU.
Entonces, los Gobiernos francés, belga y luxemburgués inyectaron 6.376 millones de euros para evitar su colapso.
El rescate se ha producido pese a que Dexia obtuviera una de las mejores calificaciones en las pruebas de resistencia efectuadas en julio, pero estos test no tuvieron en cuenta una eventual suspensión de pagos, fuese parcial o total, de bonos soberanos como los helenos que afectaría a las entidades con mayor exposición a los mismos.
Dexia tiene una exposición bruta a la deuda griega de unos 3.462 millones de euros. EFECOM