Budapest, 14 dic (.).- El Gobierno húngaro ha extendido hasta abril el precio tope aplicado a una serie de alimentos básicos para contrarrestar el efecto de la alta inflación, una medida criticada por algunos economistas, que sostienen que produce subidas de precios en otros productos.
La medida afecta a productos como, entre otros, la leche, carne de pollo, cerdo, aceite de girasol o la harina, cuyo precios se han fijado al nivel del septiembre de 2021, mientras que en el de los huevos y las patatas rigen los de octubre de 2022.
El ministro de Agricultura, István Nagy, aseguró en un comunicado que los topes se mantendrán ya que "el Gobierno está comprometido con el apoyo de las familias" y agregó que el sistema funciona, ya que en las últimas semanas han aumentado las ventas de estos productos.
De hecho, existe carestía de algunos de los productos que cuentan con precio máximos, como por ejemplo el azúcar.
La prensa local señala que el control de precios de estos productos no afecta a la inflación en Hungría, que se ha disparado en los últimos meses y actualmente es la más alta de la Unión Europea (UE) con un 22,5 % de subida interanual en noviembre.
En el caso de productos como los huevos la inflación fue del 87 %, por lo que el Gobierno ha decidido controlar también su precio, pero la prensa también apunta al encarecimiento de los productos lácteos (75,4 %).
La alta inflación húngara también se debe a la debilidad de la moneda nacional, el forinto, que perdió el 15 % de su valor frente al euro y el dólar en 2022, así como por los precios de la energía o por la sequía registrada en verano, explica el portal económico Portfolio.
Más allá de la debilidad del forinto, los precios de otros alimentos han aumentado también porque los supermercados han encarecido varios productos para contrarrestar las pérdidas generadas por aquellos con precios controlados.
El portal económico G7 asegura que estas medidas tienen "un efecto de distorsión", aunque agrega que el aumento del precio de los alimentos se debe en gran parte a problemas económicos más generales, como la debilidad de forinto.
El Gobierno del ultranacionalista Viktor Orbán culpa a la sanciones de la UE contra Rusia por la invasión de Ucrania de la alta inflación.