Por Jan Strupczewski
BRUSELAS, 1 oct (Reuters) - La inflación de la zona euro se ralentizó en septiembre hasta alcanzar su nivel más bajo de los últimos tres años debido al abaratamiento de la energía, aunque la inflación subyacente aumentó, lo que pone de relieve los retos a los que se enfrenta el Banco Central Europeo.
La divergencia entre las cifras generales y las subyacentes (que excluyen la energía y los alimentos frescos por su volatilidad) pone de manifiesto la división de opiniones sobre la situación de la economía de la zona del euro entre los gobernadores del BCE. El organismo quiere situar la inflación por debajo, si bien cerca del 2% a medio plazo, pero hasta ahora no ha conseguido impulsar el crecimiento de los precios a pesar de la introducción de medidas no convencionales desde hace varios años.
Eurostat dijo el martes que los precios al consumo en los 19 países que comparten el euro subieron un 0,2% intermensual en septiembre, con una ganancia interanual del 0,9%. Los economistas encuestados por Reuters esperaban una lectura sin cambios, del 1,0%.
La cifra interanual de septiembre, más débil de lo esperado, la más baja desde noviembre de 2016, se debió principalmente a una caída interanual del 1,8% de los precios de la energía.
Excluyendo la energía y los igualmente volátiles alimentos no procesados, el crecimiento de los precios se aceleró hasta el 1,2% en septiembre, desde el 1,1% de agosto. Este indicador se denomina inflación subyacente, y es muy vigilado por el BCE de cara a las decisiones sobre política monetaria.
Otra medida de inflación básica aún más restrictiva, que excluye la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco y que muchos economistas analizan con atención, también se aceleró desde el 0,9% interanual hasta el 1,0%.
"Debería seguir subiendo ligeramente en los próximos meses. Sin embargo, el fuerte aumento de la inflación subyacente esperado por el BCE todavía no está a la vista", dijo Christoph Weil, economista de Commerzbank (DE:CBKG).
El BCE decidió el 12 de septiembre reanudar la compra de activos para inyectar más dinero en una economía en desaceleración y de esta manera hacer que los precios crezcan más rápidamente.
Pero la decisión fue rechazada por un tercio de los responsables de la política monetaria del BCE, entre ellos la alemana Sabine Lautenschlaeger, quien dimitió antes de que finalizara su mandato la semana pasada.
(Información de Jan Strupczewski; Traducido por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)