Enrique Rubio
Londres, 16 jun (.).- Laboristas y conservadores han optado por ir sobre seguro en sus programas para las elecciones de julio en el Reino Unido ante la evidencia de que los primeros tienen casi garantizada la victoria y los segundos solo aspiran a evitar la hecatombe.
Ambos partidos, los mayores del Reino Unido, presentaron esta semana lo que se conoce como sus 'manifiestos' electorales, que en este país tienen un fuerte peso específico y condicionan en buena medida la acción del gobierno entrante.
La ausencia de sorpresas caracteriza, a juicio de los analistas, los compromisos electorales adelantados tanto por la formación de centroizquierda liderada por Keir Starmer como por los 'tories' del primer ministro, Rishi Sunak.
La contundencia de todas las encuestas, que dan más de 20 puntos de ventaja a los laboristas y coinciden en augurarles una aplastante victoria en los comicios del 4 de julio, ha llevado a los partidos a no salirse de lo esperado, pero con objetivos antagónicos.
Los 'tories', en apuros
Los laboristas bajo Starmer, aún marcados por la histórica derrota que sufrió Jeremy Corbyn en 2019, tienen como prioridad no asustar a nadie y mandar un mensaje de estabilidad económica, para que su ventaja no se evapore el día de las votaciones.
Los conservadores, expuestos a una derrota casi segura, tratan de amarrar al votante tradicional de derechas, sin apenas oferta de medidas transversales, ante la posibilidad cada vez más real de que los nacionalpopulistas de Reform UK, el partido encabezado por Nigel Farage, los superen en porcentaje de votos.
"Todo el propósito del programa conservador no es un tanto un proyecto de gobierno, sino un intento de crear líneas divisorias con la oposición, y la más evidente es en los impuestos", juzga Tim Bale, profesor de la universidad Queen Mary y referencia en el estudio de los partidos de derechas.
Según dijo Bale en un encuentro con corresponsales, las bajadas fiscales prometidas por los 'tories' -como reducir la cotización a la seguridad social- son una trampa a los laboristas, de forma que si éstos las rechazan puedan ser presentados como el partido que subirá los impuestos, y si las aceptan, sean acusado de que las cuentas no cuadran.
Pero teniendo en cuenta que los laboristas no han querido entrar en ese juego, para Bale sólo queda otra interpretación: convencidos de su derrota, los 'tories' pretenden achicar desde ya mismo espacios al próximo Gobierno laborista.
Las otras grandes líneas divisorias planteadas por Sunak son la inmigración, con su plan de deportación de los inmigrantes ilegales a Ruanda y otras medidas que endurecen los controles, y el medioambiente, con la apuesta por mantener las explotaciones de gas y petróleo en el mar del Norte.
Sin embargo, según el experto, es muy dudoso que esas propuestas atraigan al electorado más reaccionario.
"La principal lección es que no puedes ser más Farage que Farage. E incluso es posible que ni siquiera puedas satisfacer a tu propia ala derecha", señala.
Un programa coherente, pero ambiguo
Si algo le han recriminado sus contrincantes a Starmer es que cambie de opinión a menudo, pero para Karl Pike, politólogo de la universidad Queen Mary y autor de un libro sobre el laborismo, el programa de su formación muestra sobre todo coherencia con lo que predican desde hace dos años.
"El manifiesto empieza con seguridad y defensa, lo que pretende demostrar que Starmer lidera un partido que ha cambiado, en contraste con el de Corbyn", explicó en el mismo encuentro con corresponsales.
El programa laborista contiene muy pocas alegrías fiscales, consecuencia de la delicada situación de las cuentas públicas, muy diferente a la que se encontró Tony Blair cuando arrasó en los comicios de 1997.
La previsible ministra de Economía, Rachel Reeves, execonomista del Banco de Inglaterra, se ha ceñido a la ortodoxia, con el crecimiento como gran eje de unas políticas públicas muy influidas por la estrategia industrial.
Sin embargo, para Pike, tanto conservadores como laboristas "se han embarcado en una guerra de hipocresía, porque nadie hace alusión a los enormes desafíos fiscales que cualquiera de ellos deberá afrontar si gana las elecciones".
De hecho, el sentimiento generalizado entre expertos y economistas es que los dos grandes partidos han esquivado el verdadero problema: de dónde saldrá el dinero para mejorar los servicios públicos.
"Un cambio genuino requerirá poner recursos de verdad sobre la mesa, y el programa laborista no ofrece ningún indicio de que haya un plan de dónde vendrá el dinero para financiarlo", dijo el director del Instituto para Estudios Fiscales, Paul Johnson, al diario 'Financial Times'.
Ese mismo periódico, 'biblia' económica del Reino Unido, emitió en un editorial su veredicto: "El manifiesto presentado por Rishi Sunak no es realista. El programa de Keir Starmer es más creíble, pero está asediado por la cautela".