Bárbara Almeida
Lisboa, 5 ene (EFE).- Los brasileños que deciden establecerse en Portugal lo hacen para romper con el modelo de vida de las grandes ciudades de su país, en busca de bienestar social y también de reconocimiento y cualificación profesional.
Los especialistas coinciden que ha cambiado por completo el perfil y las motivaciones de los ciudadanos de Brasil llegados a territorio luso.
Según la antropóloga Rita Alho, miembro de la dirección de la Casa de Brasil de Lisboa, a pesar de que muchos de ellos vuelven a su país en este periodo pos-crisis, Portugal sigue recibiendo nuevos grupos de inmigrantes brasileños.
La socióloga, Margarida Marques, explicó a EFE que "tienen una presencia muy diversificada, muy distante de la idea de los brasileños que venían aquí a trabajar, sin ninguna titulación académica".
Las principales olas de emigración de Brasil a Portugal datan de la década de 1990, cuando centenares de brasileños decidían cruzar el Atlántico para trabajar en la construcción civil, labores domésticas o en los sectores del comercio y los servicios.
Sus motivaciones, básicamente económicas, contrastan con las de la actual ola migratoria, iniciada a mediados de 2012.
"En este momento, tenemos una inmigración que no viene solo en busca de una mejor vida financiera y sí de una mejor calidad de vida", destaca la psicóloga de la Casa de Brasil, Cynthia de Paula.
Son motivaciones que, destacó De Paula, "exigen un poco más de conocimiento del país de acogida, así como un nivel más elevado de cualificaciones".
Los nuevos brasileños en Portugal son estudiantes matriculados en programas de especialización o doctorados, empleados públicos, jubilados, pequeños empresarios o descendientes de portugueses.
Muchos de ellos decidieron abandonar Brasil para huir de la actual crisis en el país, no solo económica sino también política.
Los últimos datos del Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) luso indican que en 2014 se concedieron 6.068 visados de residencia a brasileiros, con los que el total alcanzó los 87.493, lo que representa el 22,1 % del número de extranjeros en el país.
Entre 2009 (un año después del estallido de la crisis) y 2014 se concedieron 76.154 autorizaciones de residencia a brasileños, la cifra más elevada entre los nacionales de otros países.
El número de brasileños puede crecer mucho más si se concreta la idea del nuevo Gobierno socialista portugués, liderado por António Costa, que espera poder eliminar la necesidad de visados y establecer la libertad de circulación y residencia para los ciudadanos de los Estados miembros de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), entre los que se incluye Brasil.
"Hoy en día hay una gran diversidad de influencias brasileñas en Portugal, ya sea en la economía, en la cultura, en los medios de comunicación o en el sistema educativo", señala Margarida Marques.
La Universidad de Coimbra, por ejemplo, está considerada como la mayor universidad brasileña fuera de Brasil, ya que acoge a 2.023 estudiantes brasileiros.
Para el ingeniero de sistemas, Rodrigo Raposo, de 28 años, la penetración en el mercado laboral luso fue más fácil de lo que él imaginaba. Tras trabajar seis meses en el sector de la restauración de Mafra, en el interior del país, Raposo consiguió un empleo relacionado con las tecnologías de información en Lisboa, donde lleva ya más de tres años.
"El área tecnológica es más fácil para conseguir trabajo. Existen muchos puestos y el mercado necesita personas que dominen un conocimiento que prácticamente es universal y se puede ejercer en cualquier lugar do mundo", explica a EFE.
Su caso contrasta, sin embargo, con el de otros jóvenes brasileños que no consiguen puestos de trabajo acordes con su preparación, y que se ven obligados a conformarse empleos para los que se requiere una menor cualificación.
La mayoría de esos puestos quedaron vacantes en Portugal a causa de la elevada emigración de la población portuguesa hacia otros países de la Unión Europea (UE), intensificada a raíz de la crisis.
De hecho, según el Observatorio de Emigración luso, Portugal es actualmente el país de la UE con más emigrantes en proporción de la población residente, concretamente, con más de dos millones de personas viviendo fuera, de un total de poco más de diez millones de habitantes.