París, 14 feb (EFE).- El presidente francés, Nicolas Sarkozy,
decidido a una nueva reforma del sistema de pensiones, intenta
desactivar un conflicto social con un encuentro mañana con
sindicatos y patronal que le permitirá afinar su estrategia de
presentación de las medidas que va a proponer.
Aunque para nadie es un secreto que una de esas medida será el
fin de la posibilidad de jubilarse a 60 años, Sarkozy ha preferido
que sean otros miembros de su entorno los que hayan soltado esa idea
al debate público mientras él se ha reservado mañana la tarea de
presentar a las centrales y a los empresarios el calendario y el
método que tiene intención de seguir.
Dos de los tres grandes sindicatos del país, la CGT y FO, ya han
advertido que si se toca la jubilación a los 60 años el conflicto
está asegurado, y eso que hasta la líder de la oposición, la primera
secretaria del Partido Socialista, Martine Aubry, había admitido que
habría que elevar esa cifra hace dos semanas, antes de tener que dar
marcha atrás por las protestas dentro de sus filas.
Para la presidenta del Movimiento de Empresas de Francia (Medef),
Laurence Parisot, la cuestión está clara: "hay que cambiar la edad
legas de jubilación. (...) Cómo imaginar que mientras la esperanza
de vida se acerca a los 100 años, se esté treinta a cuarenta años
sin trabajar y financiar" las pensiones.
En una entrevista publicada hoy por "Le Journal du Dimanche",
Parisot señaló, sin embargo, que la idea del primer ministro,
François Fillon, de aumentar las cotizaciones para la jubilación
aumentaría las cargas de las empresas y reduciría al final el
salario neto que llega cada mes a los trabajadores.
El Medef, pese a que quiere mantener el régimen por reparto -en
el que los activos actuales con sus cotizaciones pagan las pensiones
de los jubilados- para mantener el poder adquisitivo de los
jubilados futuros estima que hay que completarlo con un dispositivo
de capitalización.
Una capitalización que, en palabras de su presidenta, "se muestra
siempre ganadora" a largo plazo, y además es una forma de
diversificar riesgos.
Para el Elíseo, elevar la edad legal de jubilación es la forma
más rápida para tratar de reequilibrar las cuentas del régimen de
pensiones, que ya ahora pierde 10.000 millones de euros anuales.
La reforma, que Sarkozy quiere que se formalice este año, con
casi total seguridad no mostrará sus cartas antes de las elecciones
regionales del mes próximo, consciente de que todas las encuestas
muestran fuertes reticencias, y hoy una publicada por "Ouest France"
cifraba en un 59% los opuestos a tocar la jubilación a los 60 años.
Uno de sus grandes desafíos puede ser convencer a la central que
históricamente se ha mostrado más reformista, la Confederación
Francesa de Trabajadores (CFDT), que ya fue aliado del Gobierno
conservador en 2003 que hizo la última reforma, con Fillon
precisamente como ministro responsable.
En 2003, el ahora primer ministro logró imponer la elevación del
número de años de cotización necesarios para cobrar una pensión
completa, primero equiparando en 40 años los funcionarios y los
asalariados del sector privado, y luego aumentando para todos a 41
años en el horizonte de 2012 y a 42 años más adelante.
El problema es que ese periodo de cotización, que ahora tal vez
vuelva a revisarse al alza, iba acompañado de la posibilidad de que
los que habían empezado a trabajar entre los 14 y 16 años pudieran
jubilarse incluso antes de los 60 años, y eso prácticamente ha
anulado el efecto esperado de incrementar los fondos al régimen de
pensiones.
El encuentro del jefe del Estado con sindicatos y patronal de
mañana, el tercero desde que Sarkozy llegó al Elíseo en mayo de
2007, también abordará la situación de los parados que han agotado
sus derechos a subsidio, la posibilidad de incluir en la Seguridad
Social el riesgo de dependencia o la manera de que las empresas
compartan sus beneficios con sus empleados. EFE