José Álvarez Díaz
Shanghái (China), 30 abr (EFE).- China comienza a aplicar este 1 de mayo un proceso histórico: la fase final de su reforma fiscal, imprescindible para completar su transición desde una economía productiva y exportadora, que la convirtió en la "fábrica del mundo", a una moderna basada en el consumo y en los servicios.
La pieza que faltaba por poner en marcha en ese proceso es la más compleja y la más importante, la que sustituye su viejo sistema de tasación de los ingresos empresariales por un impuesto sobre el valor añadido (IVA) para cuatro grandes tipos de servicios: financieros, de consumo, de construcción e inmobiliarios.
El IVA para productos ya se aplicaba en el país desde hace un cuarto de siglo, pero no fue hasta enero de 2012, en línea con el cambio de modelo productivo decidido por Pekín a partir de su duodécimo plan quinquenal (2010-2015), cuando se empezó a sustituir el viejo modelo de tasación por el IVA también para los servicios.
Primero se hizo con un programa piloto para las municipalidades de Shanghái (este) y Chongqing (centro), luego se le sumó Pekín, y desde 2013 cada vez más sectores de servicios, como los transportes, las telecomunicaciones, la logística y el correo, fueron dando su salto hacia el IVA, aunque quedaban pendientes los más complejos.
En efecto, el sector servicios, que aporta ya cerca de la mitad de los ingresos fiscales de la República Popular, es muy vasto, y el paso que se va a dar ahora implica aplicar por primera vez un IVA particular para casos tan concretos como servicios educativos y sanitarios, seguros de vida o intereses financieros.
Hasta 2012 China había funcionado con dos sistemas de tasación indirecta: un IVA para los productos vendidos o importados, tipicamente de un 17 por ciento, y un impuesto sobre los ingresos de las empresas para la mayoría de los servicios, con tasas de entre un 3 y un 5 por ciento, según un reciente informe de la auditora KPMG.
Este viejo sistema de tasación "es percibido generalmente como un impuesto sobre los ingresos ineficaz", ya que "carga efectivamente cada etapa de la cadena de suministro, sin tener en cuenta el beneficio, o valor añadido, de cada negocio que participa en la cadena", mientras que el IVA sí lo cubre y carga menos a la empresa.
"Esta reforma es como un incentivo que China está tratando de dar al sector servicios", explicó a Efe Stéphane Rinkin, socio y especialista en Tasación Indirecta de la consultora internacional Ernst & Young en Shanghái, que subrayó que sus puntos de vista no son necesariamente los de su empresa.
El viejo sistema de tasación del negocio "no ofrece ninguna posibilidad de recuperación" para la empresa, "y debido a la competencia mediante los precios, a menudo los proveedores de servicios no pueden pasar el costo (del impuesto) a sus clientes a través de los precios", lo que no favorece al sector terciario.
"Sin embargo, el IVA, como en todo el mundo, es un sistema de compensación, ya que permite a las empresas recuperar esa carga fiscal, porque será el consumidor final el que asuma el coste", señaló.
En su deseo de dar un impulso muy sólido a los servicios, China está tratando, además, de aplicarles el IVA de una manera más exhaustiva y completa que en muchos países, por lo que el proceso, por su relativa innovación, será complejo y requerirá tiempo.
A eso se suma que el primer anuncio oficial al respecto no llegó hasta el pasado 5 de marzo, cuando en su discurso anual de presentación de la labor del Gobierno, el primer ministro Li Keqiang desveló que entraría en vigor el 1 de mayo.
El Ministerio de Finanzas y la Oficina Estatal de Tasación publicaron las reglas consiguientes el 24 de marzo, por lo que las compañías sólo han tenido cinco semanas para adaptarse al cambio.
"Es cierto que, en términos de implementación, el IVA es mucho más difícil de gestionar que la tasación por negocio, así que ahora habrá cierto desafío en ponerlo en práctica adecuadamente", reconoció Rinkin.
"En cualquier caso, las empresas deberían ver esto como algo muy positivo, sobre todo a largo plazo", ya que, aunque ahora mismo, con sólo cinco semanas de margen, "todo el mundo está un poco nervioso, a largo plazo va a ser un sistema particularmente beneficioso", señaló.