El Banco central chino insiste en que no hay necesidad de más depreciaciones del yuan, dados los fuertes cimientos sobre los que se sustenta su divisa. El organismo intenta así transmitir confianza a los mercados globales, dominados ahora por la preocupación.
Tras caer la moneda china por tercer día consecutivo, el banco central insistía en la solidez económica del país, su superávit comercial, su cómoda situación fiscal y la ventaja “extra” que suponen las reservas de moneda extranjera de que disponen.
La decisión de Pekín de devaluar el yuan extendía el temor a una guerra de divisas y la tensión por los mercados financieros globales. El yuan, en su caída, arrastraba a otras monedas asiáticas a mínimos de varios años.