Andrés Sánchez Braun
Tokio, 18 may (EFE).- La economía japonesa creció un 0,4 por ciento entre enero y marzo con respecto al trimestre anterior, un dato que revela una recuperación aún débil y que planta al Gobierno de Shinzo Abe ante una encrucijada en materia de política fiscal.
El avance le sirve a Japón para esquivar la recesión técnica después de que la tercera economía mundial se contrajera un 0,4 por ciento entre octubre y diciembre, aunque no para espantar el fantasma del estancamiento económico.
Tampoco para allanar el camino del Ejecutivo a la hora de seguir adelante o no con una subida del impuesto sobre el consumo prevista para abril del próximo año.
Un dato negativo habría servido en bandeja a Abe, que encara comicios en julio para renovar parte de la Cámara Alta, la excusa para hacer campaña en favor de un aplazamiento de la mencionada subida del IVA, un mensaje que suele calar bien entre el electorado nipón.
Hoy mismo, Abe y el líder de su socio de coalición, Natsuo Yamaguchi, del partido budista Nuevo Komeito, tienen previsto reunirse para trazar una agenda común en este terreno.
Ambos han insistido -el primer ministro lo volvió a hacer hoy- en la necesidad de acometer la subida (que incrementará el IVA del 8 al 10 por ciento) en la fecha prevista salvo que se repita un escenario de crisis global como el de 2008.
No obstante, medios nipones como el diario económico Nikkei apuntan a que Abe podría anunciar que aparca el incremento tras debatir la medida con los líderes del G7 que participarán en la cumbre que Japón acoge los próximos 26 y 27 de mayo.
Distintos organismos internacionales instan desde hace tiempo al país, que cuenta con la mayor deuda pública del mundo desarrollado, a que sanee su fiscalidad aplicando subidas del gravamen, pese a los efectos negativos que las medidas de este tipo han tenido históricamente en la economía del archipiélago.
La última vez fue en 2014, cuando el "Abenomics", el programa de reforma económica abanderado por el primer ministro, quedó encallado y Abe optó por convocar unas generales adelantadas -en las que acabaría arrasando- para refrendar su decisión de aplazar una segunda subida, justamente la que ahora le aguarda en abril de 2017.
El consumo, sostén económico de Japón que se vería amenazado precisamente con un nuevo alza del IVA, creció apenas un 0,5 por ciento entre enero y marzo, lo que subraya lo precario de las bases sobre las que se sostiene el actual ritmo de crecimiento nipón.
Fueron esta tibia demanda y el gasto público (que creció un 0,3 por ciento) los que alimentaron el avance junto a la tímida expansión de las exportaciones (un 0,6 por ciento) y el hecho de que el primer trimestre de 2016 tuvo un día más por ser año bisiesto.
Por otra parte, la inversión de capital corporativo mostró una contracción del 1,4 por ciento y certificó las dudas que han sembrado en el sector privado la crisis de los precios del crudo, la ralentización de las economías emergentes, y el fortalecimiento del yen.
Este encarecimiento de la divisa nipona -que se ha apreciado casi un 10 por ciento con el dólar en lo que va de año- plantea dudas a los analistas de cara al trimestre actual, en el que habrá que contabilizar además los daños millonarios provocados por los terremotos que golpearon en abril el sur del país.
La subida del yen promete erosionar los beneficios de los grandes grupos exportadores, como ya han empezado a mostrar sus previsiones de resultados, y amenaza así con borrar el ciclo de crecimiento en el mercado de renta variable nipón que ha servido para impulsar al "Abenomics" en los últimos cuatro años.