La continua dependencia de los biocarburantes de origen vegetal por parte de los Gobiernos para cumplir los objetivos europeos de reducción de gases de efecto invernadero está agravando la inseguridad alimentaria mundial y la volatilidad de los precios, afirma Oxfam, que pide el fin de los incentivos políticos para finales de la década.
Aunque la UE inició una política de fomento del uso de biocarburantes en 2003, la preocupación por su impacto en el uso de la tierra y la seguridad alimentaria ha hecho que la proporción de biocarburantes de cultivo o de "primera generación" utilizados en el sector del transporte se limite a un punto porcentual de los niveles utilizados en 2020 en un Estado miembro determinado, con un máximo del 7%.
Los biocarburantes de origen vegetal son los más utilizados
Sin embargo, la organización británica Oxfam señala en un informe publicado esta semana que, aunque se mantiene el límite, los biocarburantes de origen vegetal siguen constituyendo la mayor parte (60% en 2021) de los biocarburantes utilizados en el transporte, y su volumen aumentará a medida que los gobiernos se esfuercen por alcanzar el objetivo del 29% de energía verde para el sector en 2030.La autora del informe, Julie Bos, asesora de Oxfam en políticas de justicia climática de la UE, cree que la tercera revisión de la Directiva sobre energías renovables (DER) el año pasado fue una oportunidad perdida para poner fin a los efectos negativos sobre la seguridad alimentaria, la sociedad y el medio ambiente de la demanda de biocombustibles impulsada por las políticas europeas.
La UE redobló el apoyo a los biocarburantes derivados de cultivos
La última actualización de la normativa ofrece a los países de la UE la posibilidad de reducir unilateralmente el límite de los biocombustibles procedentes de cultivos, pero -quizás por no querer tomar un camino más difícil para cumplir el objetivo jurídicamente vinculante y, como afirma Oxfam, presionados por los grupos de presión de la industria, muy pocos han optado por hacerlo."La UE tuvo la oportunidad de cambiar las normas sobre biocarburantes para eliminar los biocarburantes derivados de cultivos", declaró Bos a 'Euronews'. "En lugar de eso, optaron por redoblar la apuesta por un falso apaño climático".
Oxfam cita estudios que sugieren que los biocarburantes tienen poco o ningún beneficio climático neto si se tienen en cuenta factores como la producción, la distribución y el cambio de uso del suelo (como la deforestación).
La opción de reducir demanda energética y aumentar los coches eléctricos
Además, sostiene que la demanda de biocombustibles impulsada por mandatos políticos exacerba la volatilidad de los mercados mundiales de alimentos y contribuyó a la subida del precio del aceite vegetal tras la invasión rusa de Ucrania.Bos sostiene que, dado que los gobiernos tienen hasta el año que viene para transponer la última iteración de la DER a su legislación nacional, queda una ventana de oportunidad para cambiar de rumbo.
"Pueden eliminar progresivamente los biocombustibles procedentes de cultivos, limitar el uso de biocombustibles avanzados y de residuos no sostenibles y centrarse en reducir la demanda de energía, además de invertir en el transporte público y en la electrificación de los automóviles", afirmó Bos.
La producción europea de biocarburantes había crecido hasta los 20.000 millones de litros anuales en 2020, de los cuales tres cuartas partes eran biodiésel y el resto bioetanol
"También es el momento de reforzar los criterios de sostenibilidad, la protección de los derechos humanos y la presentación de informes", añadió, señalando que las nuevas normas de la UE sobre cadenas de suministro sostenibles tendrían poco impacto en el mercado debido a las exenciones para todas las empresas, salvo las más grandes.
Los grupos industriales rechazan el informe de Oxfam
Los grupos comerciales que representan a los fabricantes de estos combustibles rechazaron las preocupaciones planteadas en el informe de Oxfam. Xavier Noyon, secretario general del Consejo Europeo del Biodiésel, afirmó que el biodiésel es una "solución de transición asequible y eficaz hacia un transporte neutro en carbono" que constituye el 90% de la energía renovable utilizada actualmente en el sector del transporte de la UE. Señaló que el uso global de energías renovables en el transporte se sitúa hoy en el 9,6%, muy lejos del 29% que debe alcanzarse a finales de la década."¿Cómo lograrlo sin biocombustibles, incluidos los biocombustibles sostenibles basados en cultivos que cumplan la normativa RED?", pregunta Noyon. "Hay que fomentar los biocombustibles, si nos tomamos en serio nuestros compromisos climáticos".
Asimismo, David Carpintero, director general de ePURE, la asociación europea del etanol renovable, afirmó que prohibir los biocombustibles de cultivo sería "un desastre" para los esfuerzos de la UE por eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte.
En un informe sobre el progreso de las energías renovables en 2020, la Comisión Europea señaló que en 2018 se necesitaron 7,4 millones de hectáreas de tierra para la producción de cultivos destinados al consumo de biocombustibles en la UE, una superficie mayor que la de Irlanda, algo más de la mitad de la cual se encontraba fuera del bloque.