José Miguel Blanco
Pekín, 9 sep (.).- Si la visita a China que hizo hace poco más de un año el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, tuvo como eje abordar con el presidente de este país, Xi Jinping, la situación en Ucrania, la que protagoniza esta vez se vuelca en la economía y el comercio en medio de la tensión arancelaria con la Unión Europea (UE).
Ese fue el hilo conductor de su agenda en la primera jornada de este viaje, en la que se reunió igualmente con el primer ministro chino, Li Qiang; con el presidente del Legislativo, Zhao Leji; y con representantes del casi medio centenar de empresas de los dos países que conforman el denominado Consejo Asesor Empresarial.
También estuvo presente en el primero de sus actos la inauguración del IX Foro España-China, y en el que empezó a verbalizar lo que desde Moncloa se aseguraba en los prolegómenos de la visita que haría: tratar de forma franca y clara el problema arancelario entre la UE y China.
Este país respondió con el inicio de una investigación por supuesta competencia desleal de determinados productos del cerdo que importa de Europa a los aranceles impuestos por Bruselas a los vehículos eléctricos chinos.
La decisión de las autoridades chinas ha puesto en alerta a un sector como el del porcino español, que el año pasado exportó al país asiático por valor de 1.223 millones de euros y que podría verse duramente afectado.
Sánchez aspira a que China y la UE reconduzcan la situación, y lo dejó patente en su discurso de apertura del foro bilateral al señalar que en los asuntos en que ambas partes no coinciden plenamente, España mantiene una voluntad constructiva y de diálogo.
Lo dijo ante el viceprimer ministro chino, Liu Guozhong, que intervino también ese acto, lo repitió después ante Li, y ante los empresarios chinos y españoles advirtió de que mantener las diferencias sólo puede conducir a una guerra comercial que no beneficia a nadie.
Negociar en el marco de la OMC
Fue un análisis que compartió plenamente Xi en la parte a puerta cerrada de su encuentro con Sánchez, según informaron fuentes de la delegación española que añadieron que el presidente chino también situó la negociación en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como el camino idóneo para impedir esa guerra.
El presidente del Gobierno garantizó ante el jefe de Estado chino que España trabajará para que sea posible ese acuerdo y ofreció una "labor constructiva" para ello y para que las relaciones entre la UE y China sean más ricas y equilibradas.
Hay un deseo de conseguirlo por el interés de ambas partes pero de forma muy especial por el de España y, en concreto, por su sector del porcino.
En ese sentido, mostró su sorpresa ante el primer ministro chino por la investigación abierta al porcino de España en el marco de esa actuación sobre el cerdo europeo y defendió los altos estándares de este sector que representa una buena parte de las exportaciones agroalimentarias españolas.
Por su parte, en la reunión con el primer ministro chino, éste hizo patente su preocupación por los aranceles europeos a los automóviles eléctricos chinos y lamentó que se trate de distinta forma a los procedentes de su país que a los que llegan de otras naciones como Estados Unidos o Canadá.
Li aseguró que todas las subvenciones a la industria del automóvil chino cumplen con las reglas de la OMC.
Durante las conversaciones sobre esos aranceles, el Gobierno español asegura que en ningún momento hubo un intento de las autoridades chinas de convencer a Sánchez para que España vote en las próximas semanas en contra de que Bruselas adopte de forma definitiva los aranceles a los vehículos chinos.
Sobre la mesa de las reuniones estuvo igualmente el elevado déficit comercial de España con China, ante el que el presidente del Gobierno abogó por intentar buscar el equilibrio y respecto del que Xi explicó que no anhelan un superávit con todos sus socios, sino que es una cuestión estructural.
Invitación a los reyes
La segunda visita en diecisiete meses de Sánchez a China se interpretó por ambas partes como una evidencia del reforzamiento de los lazos de todo tipo entre ambos países y de la profundización en la asociación estratégica que rubricaron en 2005 al firmarse varios acuerdos en ámbitos como el comercial, medioambiental o educativo y cultural.
El próximo año se cumplirán veinte años de ese compromiso y la conmemoración del aniversario llevó al presidente chino a trasladar a Sánchez una invitación para que los reyes de España visiten su país el próximo año.
El almuerzo ofrecido por el primer ministro chino a Sánchez en el Palacio del Pueblo o la cena en la que actuó de anfitrión Xi en el Palacio de Diaoyutai, con paseo incluido por sus jardines y estanques, son gestos que la delegación española apreció especialmente y que consideran que demuestran la sintonía existente.
Una sintonía que Xi y Sánchez evidenciaron también al hablar de la necesidad de lograr la paz en Ucrania o en Oriente Próximo, aunque en el primero de los casos las posiciones son distantes porque el presidente del Gobierno reiteró que la vía del acuerdo debe ser la planteada por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
Respecto a Palestina, el presidente chino elogió la decisión de España de reconocer este territorio como Estado.
Al término de su agenda, Sánchez se desplazó a Shanghái en la segunda etapa de su viaje, y en esa ciudad, entre otras actividades, participará en otro foro empresarial, visitará la sede de la energética Envision e inaugurará la sede del Instituto Cervantes.
Será la segunda en China tras la de Pekín. Ningún otro país cuenta con dos centros culturales en el país asiático, una muestra más para el Gobierno español de que la buena relación no se queda en palabras.
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