Rabat, 28 ago (EFE).- El Consejo Económico, Social y Medioambiental (CESE) de Marruecos (órgano consultivo) recomendó hoy aclarar las prerrogativas del Consejo Superior de Ulemas en el proyecto de ley que regula los llamados bancos islámicos.
El CESE emitió hoy unas recomendaciones sobre este proyecto de ley en las que también destacó la importancia de estos productos bancarios islámicos a la hora de "atraer capitales adicionales" para financiar la economía nacional.
El órgano consultivo marroquí si bien elogió la elección del Consejo Superior de Ulemas como "único referente religioso" de estos productos para evitar cualquier "ambigüedad y conflictos de interés", pidió que se aclarara el papel de este consejo religioso.
En este sentido, el CESE recomendó distinguir claramente el papel del Consejo Superior de Ulemas que tendrá la competencia exclusiva de supervisar la conformidad de los productos bancarios islámicos con la Sharia o la "ley islámica".
No obstante, este consejo religioso no estará habilitado para decidir sobre las instituciones que ofrecerán estos servicios bancarios islámicos, una tarea que compete al banco central Bank Al Maghrib.
El proyecto de ley que regula los bancos islámicos fue aprobado el pasado mes de junio por la Cámara de Representantes (cámara baja) pero se quedó bloqueado a nivel de la Cámara de Consejeros (cámara alta), que decidió remitir el proyecto al CESE.
La decisión de la Cámara de Consejeros suscitó las críticas de responsables del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) que encabeza el actual Gobierno, que acusaron al presidente de esta cámara, Mohamed Cheij Biadilah, de querer retrasar la aprobación definitiva del proyecto de ley.
Según estimaciones de los expertos, las finanzas islámicas podrían aportar a Marruecos, una vez que entren en vigor, un potencial de activos de 73.000 millones de dirhams (unos 6.497 millones de euros) en el horizonte de 2018.
Los productos financieros islámicos se introdujeron de forma tímida en el sistema bancario marroquí en 2007, pero no tuvieron el mismo éxito que en el resto de países musulmanes por la falta de una legislación, el desconocimiento del producto por parte de la población y la desconfianza de los bancos convencionales.