La crisis por la pandemia ha arrastrado a todos los negocios, también al de la moda. La industria mundial de la confección tiene un exceso de existencias y los minoristas han recortado los pedidos de primavera.
Muchos siguen conservando la ropa del año pasado, que en circunstancias normales se habría vendido en la temporada de rebajas. Otros se enfrentan a retrasos en los pagos a proveedores. Las fábricas de ropa de Bangladesh cuyas economías dependen de las exportaciones textiles, luchan por sobrevivir.
Pero la situación también abre la oportunidad para dar un impulso a la ecología en el sector textil. Un nuevo informe pide a la Unión Europea que legisle para animar a los minoristas y a los consumidores a abandonar los recursos no renovables, los productos químicos y los fertilizantes.
"Lo que la Comisión Europea puede conseguir es que la industria de la moda sea realmente responsable de los residuos que genera su sobreproducción, asegurándose de que, una vez que los consumidores hayan consumido sus artículos, sea responsabilidad de los productores, y con cargo a ellos, la recogida de estos artículos, su reparación, reutilización y reciclaje", explica la directora de la campaña "Changing Markets" Urska Trunk.
La industria de la moda es responsable de una quinta parte de las aguas residuales a nivel mundial, consume más energía que el transporte marítimo y la aviación juntos y, para el año 2050, se espera que represente el 25% del presupuesto de carbono que le queda al planeta.