Túnez, 22 dic (.).- El presidente tunecino, Kais Said, que se arrogó plenos poderes en julio de 2021, ratificó este jueves los presupuestos generales del Estado para el próximo año en un contexto de incertidumbre a la espera de obtener un crédito de 1.900 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El proyecto de ley, examinado el pasado martes por el Consejo de Ministros, fue firmado durante un encuentro con la primera ministra Nedjla Bouden en el Palacio de Cartago, anunció la Presidencia a través de sus redes sociales- su única vía de comunicación- sin ofrecer más detalles al respecto.
La junta directiva del FMI tenía programado examinar el pasado lunes la solicitud de préstamo de Túnez pero, cuatro días antes, el organismo financiero retiró este punto de su agenda sin motivo oficial.
Según informó entonces una fuente del Banco Central de Túnez a la agencia estatal TAP, la decisión se tomó en vistas a "dar más tiempo para ultimar los detalles del programa de reformas" y que será presentado de nuevo el próximo mes de enero tras el periodo vacacional.
Para la agencia de calificación de riesgos Moody's, este "suspenso" se debió a la ausencia de ratificación de la ley de presupuestos de 2023, condición exigida por el FMI para aprobar este acuerdo, y alertó sobre el riesgo de rebajar su calificación soberana, actualmente en Caa1.
Después de ocho meses de negociaciones, el Ejecutivo y el FMI alcanzaron en octubre un acuerdo preliminar basado en un programa de reformas económicas y sociales que incluyen la retirada de las subvenciones públicas a productos de primera necesidad y carburantes, la privatización de empresas públicas y la reducción de la masa salarial.
La poderosa central sindical, la UGTT, rechaza cualquier medida que afecte al poder adquisitivo de los ciudadanos y exige al gobierno publicar el contenido de este acuerdo que, asegura, ha sido pactado a puertas cerradas.
Túnez se enfrenta a una inflación del 9,8 %, la más alta desde 1991, agravada por la pandemia y la crisis de cereales tras la invasión rusa de Ucrania, estado del que depende fuertemente en materia de importación. En los últimos meses los supermercados se han visto desprovistos de alimentos básicos como azúcar, leche, mantequilla, aceite de cocina, harina o arroz.