Por Uditha Jayasinghe y Alasdair Pal
COLOMBO/WEERAKETIYA, Sri Lanka (Reuters) - El gobernador del banco central de Sri Lanka dijo el miércoles que dimitirá en unas semanas si no se restablece la estabilidad política en el país, después de que un brote de violencia obligó al primer ministro a renunciar y refugiarse en una base de la marina.
P. Nandalal Weerasinghe, nombrado jefe del banco central el mes pasado para ayudar a la nación insular de 22 millones de habitantes a salir de su peor crisis económica de la historia, dijo que un gobierno estable es esencial para frenar la agitación.
"He dicho con claridad al presidente y a los líderes de otros partidos políticos que, a menos que se establezca la estabilidad política en las próximas dos semanas, dimitiré", dijo Weerasinghe a los medios. "Sin estabilidad política, no importa quién dirija el banco central, no habrá forma de detener el deterioro económico".
Los ciudadanos culpan al gobierno encabezado por el presidente Gotabaya Rajapaksa y su familia del colapso de la nación del océano Índico, que redujo las reservas a solo unos 50 millones de dólares, paralizando la mayoría de las importaciones y provocando una escasez masiva de productos básicos, como el gas de cocina, el combustible y los medicamentos.
Tras más de un mes de manifestaciones en general pacíficas, la ira pública estalló en violencia esta semana, cuando los seguidores del partido gobernante irrumpieron en un campamento de protestas antigubernamentales, desencadenando enfrentamientos en todo el país y obligando al primer ministro a dimitir.
Mahinda Rajapaksa, el hermano mayor del presidente, anunció su dimisión con la esperanza de que un nuevo gobierno de unidad tome el relevo. Sin embargo, los ataques de la turba contra los políticos del partido gobernante, el ex primer ministro -antaño enormemente popular- fue trasladado a una base militar en el noreste del país, dijo el secretario de Defensa.
"Permanecerá allí durante los próximos dos días y, cuando la situación se normalice, podrá ser trasladado a un lugar de su elección", dijo Kamal Gunaratne.
El miércoles, la policía y los soldados patrullaban las calles de Weeraketiya, la ciudad natal de la familia Rajapaksa, donde las tiendas y los negocios estaban cerrados por un toque de queda que estará vigente hasta el jueves por la mañana.
Soldados en vehículos blindados patrullaban las calles de la capital comercial, Colombo, con la orden de la policía y las fuerzas armadas de disparar a cualquiera que dañe la propiedad pública o amenace la vida.
Hasta ahora, al menos nueve personas, entre ellas dos policías, han muerto en la violencia en todo el país, que también ha dejado más de 200 heridos y 136 casas dañadas, dijo Gunaratne.
(Reporte de Uditha Jayasinghe y Alasdair Pal; escrito por Krishna N. Das y Devjyot Ghoshal; editado en español por Carlos Serrano)