Madrid, 11 abr (.).- Los precios de los carburantes en España se mantuvieron al alza en la última semana, cuando el litro de gasolina se pagó, de media, a 1,66 euros, un 0,9 % más, con lo que suma su duodécima subida consecutiva y regresa a niveles de mediados del pasado octubre.
Por su parte, el gasóleo costó en torno a 1,551 , casi un 0,7 % más, en el que fue su tercer avance seguido, según el último Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE) publicado este jueves, que recoge los datos de 11.400 estaciones de servicio españolas, entre el 2 y el 8 de abril.
A tenor del histórico elaborado por EFE, en el último mes, la gasolina ha repuntado un 2,8 %, en tanto que el gasóleo lo ha hecho un 0,6 %.
En comparación con las mismas fechas del ejercicio anterior, el precio del primer carburante es ahora un 1,2 % más caro, mientras que el del diésel ha subido más de un 1,8 %.
Desde comienzos de este año, la gasolina se ha encarecido un 8,1 % y el gasóleo, cerca de un 4 %.
Con los niveles de la última semana, llenar un depósito medio de 55 litros con gasolina costó 91,3 euros; si se repostó gasóleo, se abonó unos 85,3 euros.
Ello supone alrededor de 1 y 1,5 euros más que a lo que se pagó hace un año por repostar un tanque de gasolina y otro de gasóleo, respectivamente.
Observando los máximos de junio de 2022, 1,941 euros por litro de gasolina con el descuento de 20 céntimos que se aplicaba entonces incluido, y 1,9 euros por litro de gasóleo, el primer carburante es un 14,5 % más barato y el segundo, un 17,3 %.
Como cada semana, los precios en España estuvieron por debajo de la media de los Veintisiete de la UE, donde la gasolina se pagó a 1,801 , y el gasóleo, a 1,696 euros.
También son inferiores a los vistos en el conjunto de la zona euro, cuyo precio promedio de la gasolina fue de 1,853 , y el del diésel, 1,723 euros.
Estos incrementos se producen en plena subida de los precios del petróleo, los cuales se acercaron a principios de abril a máximos de seis meses, una circunstancia que ha avivado el temor de los inversores a que la inflación pueda retrasar o hacer descarrilar los futuros recortes de los tipos de interés.