Tania Romero y José Álvarez Díaz
Shanghái (China), 1 abr (EFE).- La actividad frenética que se
vive estos días en las obras de los pabellones e instalaciones de la
Exposición Universal del 2010 demuestra cómo los países y la
organización china trabajan contra reloj para que todo esté listo
para recibir a 70 millones de visitantes a partir del 1 de mayo.
Sólo queda un mes, pero aún hay mucho por hacer, ya que la
mayoría de los pabellones de países aún no ha completado su
construcción y apenas está comenzando a decorar el interior.
Los organizadores chinos afrontan ahora toda la presión de
inaugurar en 30 días la que será la mayor Expo de la historia, tanto
por número de participantes, 242 países y organizaciones
internacionales, como por el tamaño del recinto y las expectativas
de visitantes.
"Toda la construcción de la Expo está progresando muy bien",
aseguró a Efe Xu Wei, portavoz del Comité Organizador del evento,
por lo que "de acuerdo con el calendario, la construcción de la
mayoría de los pabellones termina a finales de marzo y empezará la
decoración interna".
Sin embargo, aún no hay ningún pabellón nacional de construcción
propia cuyo edificio esté acabado, y todos los países han optado por
comenzar la decoración interior mientras se completa la obra.
El pabellón de España, uno de los más adelantados, tiene aún
pendientes los últimos retoques en el exterior, mientras que
continúan los trabajos de decoración en el interior, donde una de
las tres salas expositivas ya está lista.
A otros espacios, como el alemán o el indio, aún les queda
bastante trabajo por delante, en parte por los retrasos provocados
por la lluvia y el mal tiempo del último mes, como explicó a Efe
Rajesh Kumar, uno de los responsables del pabellón indio.
Kumar reconoció que su pabellón lleva entre una semana y diez
días de retraso por esta causa, y aseguró que el mal tiempo "ha
afectado a toda la Expo".
Los retrasos en las obras hicieron que incluso surgieran rumores
a principios de este mes de que el pabellón de Corea del Sur se
había desplomado, información que los surcoreanos se apresuraron a
desmentir, aunque es cierto que el suyo es uno de los más
retrasados.
Por encima de la nube de polvo permanente que cubre el recinto se
levantan las enormes estructuras que quedarán en la ciudad como
recuerdo del evento y que llevan meses en pie: el pabellón chino,
dos centros de convenciones, un auditorio y un bulevar elevado.
A toda velocidad se trabaja también para dar los últimos retoques
a la Zona de Mejores Prácticas Urbanas, donde participan Madrid,
Barcelona y Bilbao, y que quedará en pie tras el evento para
conmemorar que, por primera vez en la historia de las Expos, las
ciudades tendrán pabellones propios.
Pero no sólo los edificios deben estar listos, aún quedan calles
por asfaltar, aseos públicos por colocar, controles de entrada por
levantar o surtidores de agua potable por instalar.
Todo eso es lo que más preocupa a los organizadores ahora mismo,
aunque insisten en que todo va según lo previsto y estará listo para
el 1 de mayo.
Atrás quedan más de dos años de obras, que este febrero ni
siquiera se interrumpieron por el Año Nuevo chino, ya que los
responsables de la Expo pidieron a los obreros que no se tomaran las
dos semanas de vacaciones más importantes para los chinos para poder
adelantar trabajo.
Todo debe estar listo para el 20 de abril, cuando comenzarán
cinco días de ensayos con público en los que los organizadores y los
responsables de los pabellones nacionales podrán comprobar que el
recinto funciona como está planeado.
En el primer ensayo participarán unas 100.000 personas, cifra que
irá aumentando hasta los 500.000 visitantes para el último día de
pruebas, por encima de las 400.000 personas diarias que espera de
media la Expo y que podría doblarse en momentos señalados, como el 1
de octubre, día nacional chino.
Por ahora, el recinto sigue repleto de camiones, apisonadoras y
grúas, entre las que ya empiezan a circular en pruebas los autobuses
y coches ecológicos que moverán gratis a los visitantes por los 5,28
kilómetros cuadrados que ocupa la Expo de Shanghái. EFE
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