Ginebra, 1 jun (EFE).- Casi 21 millones de personas en el mundo están obligadas a trabajar contra su voluntad, presionadas por contratistas y empleadores que en muchos casos las amenazan con deudas, retención de documentos de identidad, denuncias ante departamentos de inmigración o incluso violencia física.
Según el informe "Estimaciones Globales de Trabajo Forzoso" elaborado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y hecho público hoy, la mayor parte de estas personas son explotadas en la economía privada (el 90 por ciento), mientras que el 10 por ciento realizan trabajos forzosos impuestos por el Estado.
En rueda de prensa, el director ejecutivo del Sector Normas y Derechos Fundamentales en el Trabajo de la OIT, Guy Ryder, explicó que la prevalencia de los empleos forzosos es un problema "que afecta a todo el mundo", si bien la región de Asia y el Pacífico es la que concentra un mayor número absoluto de personas afectadas, en torno a 11,7 millones.
A esta le siguen -en número absolutos- África (3,7 millones de afectados), América Latina (1,8 millones), Europa central y oriental (1,6 millones), las economías desarrolladas y la Unión Europea (1,5 millones) y Oriente Medio (600.000).
Respecto a la prevalencia del trabajo forzoso, el informe concluye que este es más común en Europa central y oriental (4,2 personas por cada 1.000 habitantes), seguido de África (4), Oriente Medio (3,4 ), Asia y el Pacífico (3,3), Latinoamérica y el Caribe (3,1) y las economías desarrolladas (1,5).
La directora del Programa Especial de la OIT para combatir el Trabajo Forzoso, Beate Andrees, aseguró que se encontraron denuncias "en casi todos los países del mundo" y preguntada por aquellos en los que existe un mayor número de casos, citó los del sur de Asia y Brasil.
Respecto a Brasil, un informe complementario recuerda que este país puso ha puesto en marcha desde 2002 y en colaboración de la OIT numerosos programas para combatir el trabajo forzado.
En este sentido, destaca que muchos países vecinos "se están esforzando por aprender de la experiencia brasileña".
Andrees agregó que en Latinoamérica se encontraron casos de trabajo forzosos en todos los países y explicó que en Perú, Bolivia y Paraguay se están llevando a cabo programas para combatirlo en la agricultura, la industria textil y el trabajo doméstico.
Explicó también que en el caso de los países desarrollados, la mayor parte de casos tiene que ver con la inmigración.
"Muchas veces el paso de un país a otro está vinculado particularmente al tráfico sexual. Este tipo de trabajo forzoso tiene mucha prevalencia en esos países", concluyó.
Del número total de personas obligadas a trabajar contra su voluntad, el 26 por ciento (5,5 millones) son niños.
Por sexo, las mujeres y las niñas representan el 55 por ciento del total (11,4 millones). EFE