Jairo Mejía
Tokio, 25 sep (EFE).- Además de ser una referencia en el mundo
del motor en lo que a propulsión se refiere (eléctricos, híbridos o
coches de hidrógeno), Japón vive ahora una revolución encaminada a
inaugurar la conducción del futuro.
Según dijo hoy a Efe un portavoz de Toyota, el mayor fabricante
de automóviles del mundo, "la tendencia es a que los sistemas de
seguridad inteligente, tanto en la carretera como en el vehículo,
converjan en uno solo".
"Estas nuevas tecnologías harán que la seguridad vial en Japón
gire más en torno a las infraestructuras", indicó el portavoz del
primer fabricante mundial de automóviles.
Japón es en la actualidad uno de los países con la red viaria más
moderna del mundo, en la que la autovías atraviesan sus principales
ciudades a decenas de metros de altura, entre rascacielos y vías
ferroviarias, a lo que se suman sistemas dedicados a informar sobre
atascos y accidentes con gran precisión.
Gestionar millones de coches a diario y reducir las cifras de
siniestralidad es uno de los principales objetivos del Gobierno y
los fabricantes de coches nipones, algo para lo que el sector de la
automoción destina gran parte de sus inversiones en Investigación y
Desarrollo.
La mejora de las ventas y de la movilidad relacionada al coche es
una de las razones por la que la industria automovilística es, junto
con la de telecomunicaciones, la que más gasta en inversión I+D en
todo el sector manufacturero japonés.
Según Toyota, ya han comenzado a dar los primeros pasos para
armonizar los avances tecnológicos dentro y fuera del vehículo, para
lo que están comenzando a desarrollar sistemas de sensores en la
carretera que puedan ser interpretados por el coche y ayuden al
conductor a evitar accidentes.
El futuro cercano de las carreteras, según los fabricantes
japoneses, estará dominado por coches capaces de detectar la
proximidad de peatones, cuándo un semáforo va a ponerse en verde y
cuál es la ruta más adecuada para ahorrar tiempo.
Según las últimos prototipos de los fabricantes japoneses, que
podrán verse el próximo mes en el Salón del Automóvil de Tokio, el
coche del futuro se guiará por cámaras que detectarán incluso el
estado anímico o físico del conductor.
Toshiba presentó junto con Honda a principios de mes un sistema
que detecta a peatones a través de cámaras y los diferencia de otros
objetos de la calzada, un avance que permitirá al conductor saber en
todo momento los peligros cerca del vehículo.
Nissan, por su parte, ha conseguido a través de un sistema de
cámaras y un programa de control facial que el coche sepa qué
conductor está al volante y detecta si se está durmiendo, a lo que
responde con sacudidas del cinturón de seguridad.
Asimismo, un detector en la palanca de cambios mide la
transpiración del conductor y los olores del habitáculo para saber
si ha bebido y evita que inicie la marcha, algo similar a lo que ha
desarrollado Toyota y su filial de camiones Hino para aplicar a
profesionales del transporte.
Si el conductor intenta saltarse el control del coche
inteligente, el sistema de reconocimiento facial percibirá las
diferencias y emitirá un aviso.
Las similitudes con el "coche fantástico" llegan hasta la
posibilidad de que el vehículo alerte de obstáculos en la vía antes
de que sean perceptibles por el propio conductor, como coches
parados a la vuelta de una curva o frenazos repentinos.
Con este objetivo, Toyota trabaja con el sector público y
empresas de infraestructuras para completar su "Sistema de
Transporte Inteligente", que podría ser ensayado en un entorno real
el próximo año.
"El sistema quiere reducir las víctimas de accidentes y hacer el
transporte por carretera más sostenible", informó Toyota en un
comunicado sobre los avances en el proyecto.
En un país donde el transporte público, especialmente el
ferroviario, es uno de los más eficientes y puntuales del mundo, los
ciudadanos optan cada vez menos por el automóvil, mientras que se
espera que para 2010 casi una cuarta parte de los conductores
japoneses tengan más de 60 años.
Otro de los problemas que los científicos japoneses quieren
evitar es la creación de congestiones debido al conocido como
"efecto ola", por el que un coche que frena crea un efecto dominó
que extiende los famosos parones en las carreteras.
El equipo del profesor Yuki Sugiyama, de la Universidad de
Nagoya, propone evitar esos vaivenes a través de modelos matemáticos
que permitan a los coches llevar una velocidad constante y relegue
los atascos al pasado. EFE