Berlín, 17 nov (EFE).- Los países con conflictos recientes o con
regímenes dictatoriales o autoritarios son los que mayores problemas
de corrupción sufren mientras que aquellos que disfrutan de una
larga tradición de estabilidad política y democracia padecen en
mucha menor medida ese mal social.
Esa es una de las principales conclusiones del Índice de
Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (TI)
presentado hoy en Berlín.
Las mejores notas en el índice las reciben países como Nueva
Zelanda, Dinamarca o Suecia lo que, según dijo la presidente de la
TI en Alemania, Sylvia Schenk, dan muestra de los resultados de "la
estabilidad política, una larga tradición de mecanismos para la
solución de conflictos e instituciones sólidas".
Las peores calificaciones, en cambio, las reciben países que como
Somalia, Afganistán, Sudan o Irak han sufrido duros conflictos y
carecen de instituciones sólidas lo que suele llevar, según Schenk,
a que "la corrupción se salga de control y se refuerce el saqueo de
los recursos públicos".
El índice da calificaciones de entre 10 puntos -a los países
escasamente corruptos- y 1 punto, a los países casi absolutamente
corruptos en los que, según Schenk, "prácticamente no se puede
conseguir ni una cita médica sin sobornar a alguien".
"Todo lo que esté por debajo de 5 puntos es malo", agregó Schenk
que lamentó que la mayoría de los 180 países analizados no alcancen
a estar por encima de esa frontera.
De los países latinoamericanos, sólo Chile y Uruguay, con 6,7
puntos cada uno, y Costa Rica, con 5,3 puntos, logran superar la
crítica barrera de los cinco puntos marcada por Schenk.
El peor clasificado entre los latinoamericanos es Venezuela, con
1,9 puntos, un poco más arriba están Paraguay, con 2,1 puntos y
Ecuador, con 2,2 puntos.
Sin embargo, durante la conferencia de prensa en Berlín, ni
Schenk ni el gerente de TI Alemania, Christian Humborg, quisieron
hacer comentarios ni dar ejemplos concretos sobre la situación de
los países latinoamericanos.
"Nos hemos ocupado intensivamente de Europa y no de ningún país
extraeuropeo. Por lo tanto, cualquier comentario al respecto no
sería serio", dijo Humborg cuando se le formuló una pregunta sobre
México, que tiene 3,3 puntos en el índice.
La presencia en la parte alta de la tabla de buena parte de los
países industrializados no implica que en estos se deba bajar la
guardia en lo que a la lucha contra la corrupción se refiere.
Schenk advirtió que, por ejemplo, en Alemania todavía existe la
idea en muchas empresas medianas de que "en determinados países no
hay otra forma de hacer negocios" que recurriendo a sobornos.
En los grandes consorcios, después del escándalo generado por el
destape de casos de sobornos en distintos países por parte de
representantes del consorcio Siemens, ha habido, según Schenk,
progresos pero en no así otras empresas y, en medio de la crisis
económica, la tentación aumenta.
"Eso es algo que tiene que ser combatido porque no podemos
permitir que haya una práctica de exportación de la corrupción",
dijo Schenk.
Dentro de la UE hay desarrollos positivos, Schenk mencionó el
caso de Polonia y Bulgaria donde se ha registrado un descenso
continuo de la corrupción -aunque en el último caso con un índice
del 3,8 que sigue siendo preocupante- y otros negativos, y se
mencionaron concretamente a España y a Grecia.
Sin embargo, en el caso de España Schenk matizó diciendo que todo
indica que lo que ocurre es que salen a la luz casos viejos, lo que
aumenta el índice de percepción de la corrupción sin que
necesariamente haya un aumento de la corrupción misma.
Interrogada sobre el caso de Italia, con un índice del 4,3
ciento, e instada a que se refiera a ese país con una sola frase
Schenk se limitó primero a mencionar el nombre del primer ministro,
Silvio Berlusconi, generando una carcajada general entre los
periodistas.
Luego, Schenk fue más explicita y dijo que el caso de Italia se
ha convertido en un caso crónico y que lo más preocupante es que
muchos parecen haberse acostumbrado a ello. EFE