¿Importa para Latinoamérica en cuánto tiempo se producirá la recuperación de la economía estadounidense? ¿Importa saber con qué fuerza se desarrollará esa recuperación? ¿Qué implicancias tiene el resultado de la balanza comercial china para la región? Todas estas preguntas resultan de interés pensando en las perspectivas de recuperación de las economías latinoamericanas, aunque la importancia varía en intensidad.
Si bien es probable que la crisis nos siga deparando nuevos disgustos, ciertamente creo que estamos transitando por un período en el cual se debe comenzar a discutir acerca de la recuperación económica de la economía estadounidense en particular, y de la economía mundial en general. Todavía el mundo depende de los humores y la salud de la economía estadounidense. A pesar de su tambaleo durante la génesis del estallido subprime, la economía y el dólar del país americano han demostrado su vigencia como líderes mundiales.
Durante el seminario de Infobae al que asistí, y del que me he llevado un interesante diagnóstico de la situación económica mundial y argentina, destaco, en lo referente al contexto internacional, el análisis que hicieron los disertantes sobre las perspectivas de recuperación económica, su posible forma y el superávit comercial chino.
Que la recuperación de la economía mundial provendrá desde los EEUU no caben dudas, no solamente por la capacidad histórica de su economía sino también por la incapacidad demostrada del resto. El mundo está expectante acerca de lo que pueda ocurrir con la economía estadounidense. Ya nada queda de la ilusión de un decoupling. China decepcionó en su primera oportunidad de ponerse la economía mundial al hombro e intentar al menos, que la economía mundial disfrute de un pequeño veranito. Todo lo contrario, China pensó en sí mismo y ha desatado el debate.
¿Es correcto que economías como la de China, no asuman su protagonismo internacional? El gobierno chino ante el impacto de la crisis sobre su economía, se concentró en su mercado interno mediante una política de estímulo intensa, destinando miles de millones de dólares. Al mismo tiempo, su balanza comercial se vio beneficiada por una fuerte caída en las importaciones, en gran parte explicada por el desplome de los precios de los commodities, mientras que la caída en sus exportaciones fue de menor magnitud. Conclusión: a pesar de la fuerte crisis global, la economía china mantiene un fuerte superávit comercial que, según estima el ING Group, podría alcanzar a US$ 325.000 millones en el presente año.
Mientras los Estados Unidos le siguen reclamando a China que deje apreciar su moneda, el yuan se ha mantenido prácticamente invariante en lo que va del año, y su valor en relación al mes de mayo de 2008 se apreció en menos de un 2%. La política cambiaria es hoy más que nunca, parte del plan anticrisis del gobierno chino.
China tiene motivos razonables para evitar la apreciación del yuan y es que debe lograr que su economía mantenga un piso de crecimiento del 8%, un objetivo para el cual, necesita cuidar su demanda interna y mantener fuerte la externa. Un nivel de crecimiento inferior al 8% pone en peligro al modelo económico chino ya que dificulta su sostenibilidad por el efecto que puede generar sobre la tasa de desocupación. No se puede olvidar que en la economía oriental existe un proceso de urbanización de la población rural que necesita generación de un gran volumen de puestos de trabajo. En caso contrario, podría darse lugar a desbordes sociales no deseados.
El panorama que ofrece la economía china deja en claro que no solamente no está ayudando a reducir el impacto de la crisis, sino que la está profundizando por su menor demanda de productos del resto del mundo.
Dado que China no piensa aportar para la recuperación global, la economía mundial vuelve a depender de lo que pueda hacer EEUU. En este sentido, en el seminario se coincidió que la economía estadounidense podría comenzar a evidenciar signos de recuperación más evidentes a partir del último trimestre del año. Sobre la forma de cómo será dicha recuperación, podemos analizar algunos de los jugadores claves que marcarán dicho camino.
Los bancos estadounidenses todavía continúan en problemas a pesar de lo que indica el test de estrés. El pasado viernes les comentábamos acerca de la caída de una nueva entidad bancaria estadounidense “¿Hay que generalizar las pruebas de estres?“. Esta vez fue el turno de Bankunited FSB. Pero lo que interesa en términos de recuperación económica es la capacidad del sistema bancario de generar nuevamente crédito para alimentar la demanda interna y en este sentido aún no se observa un buen escenario.
Por otra parte, es de público conocimiento el impacto que la crisis ha tenido en las familias estadounidenses con la fuerte destrucción de riqueza que les ha generado. Sin dudas afectará el comportamiento de las familias y por ende, tendrá incidencia en la dinámica del consumo en los EEUU, situación que se profundizará por los problemas en el mercado de crédito mencionado anteriormente. Y dado que el consumo familiar es el principal componente del PBI estadounidense, las perspectivas de recuperación no son demasiado prometedoras.
Otra alternativa de recuperación de la economía estadounidense es mirar hacia el sector externo. A pesar del dólar debilitado que se encuentra en un nivel mínimo en cinco meses frente a una canasta de las principales monedas (incluso el euro rompió el techo de los US$ 1,40, nuevamente), el abaratamiento relativo que ello genera en los productos estadounidenses (cuando son trasformados en valor de otras monedas, como por ejemplo, el euro), no aumentan la demanda de los mismos por la debilidad que se observa en las economías de dichos países, por lo que no contribuye de un modo significativo a incrementar las ventas exteriores de productos estadounidenses En otras palabras, a pesar de que EEUU pueda vender sus productos a un menor valor en euros, no tienen los europeos suficiente poder adquisitivo.
¿Y Latinoamérica qué? La débil recuperación de la economía estadounidense será sin dudas un elemento negativo para las posibilidades de crecimiento de aquellas economías de la región más vinculadas con el país del norte (especialmente, México y Colombia). El impacto negativo para la región se producirá a través de la evolución de los precios de los commodities no agrícolas que posiblemente se mantengan débiles, observando solamente una suave recuperación.
Lo que ocurre con China también le importa a Latinoamérica porque limita la recuperación tanto de la economía estadounidense como de la economía mundial, limitando el efecto positivo que la recuperación económica global puede producir en la región a través de los canales reales.
Las perspectivas de una recuperación económica global que será muy débil, hará que el crecimiento de las economías latinoamericanas dependa en una mayor medida de la fortaleza de su demanda interna. Aquellas economías que cuenten con mejores condiciones internas podrán recuperarse con mayor rapidez y fuerza. Un elemento clave en dicho sentido puede ser el volumen de inversión real generado tanto con capitales nacionales como a través de Inversión Extranjera Directa (IED).
En este sentido, observaremos una clara diferenciación entre los países que aplicaron políticas sanas y cuentan con interesantes oportunidades de inversión, de aquellos que no. Ya la suerte no será de mucha ayuda como lo ha sido hasta hace poco para algunos países latinoamericanos.