Santiago de Chile, 9 jun (EFE).- Una inaceptable desigualdad de
ingresos y de calidad de vida persiste en Chile, que no se
solucionará sólo con mayores tasas de crecimiento y una mejor
utilización del gasto social, según un informe de la Cepal.
"Lo que (aquí) se requiere es un cambio de enfoque en las
políticas públicas", para acabar con estos temas sensibles, revela
el análisis "Chile: hacia un desarrollo inclusivo" de los expertos
Ricardo Infante y Osvaldo Sunkel.
En opinión de los analistas, en Chile, de 17 millones de
habitantes, se necesita un cambio que permita superar la
heterogeneidad de la estructura productiva y social del país, puesto
que ésta constituye el principal obstáculo para lograr el
crecimiento con equidad.
En este sentido, el estudio de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal), precisa que actualmente en Chile el
ingreso del 20 por ciento más rico de la población supera en más de
trece veces al del 20 por ciento más pobre.
El análisis del organismo de las Naciones Unidas destaca también
que la tasa de desempleo se mantuvo elevada en Chile al igual que la
informalidad de los ocupados, y han aumentado los contratos de corto
plazo y la rotación de los puestos de trabajo, es decir, que se
incrementó la precariedad laboral.
En el artículo expresaron que la economía chilena y su sociedad
se dividen en tres mundos escasamente articulados: Uno es de alta
productividad, que impulsa a la economía y paga buenos salarios. Los
otros dos son de mediana y baja productividad, ofrecen bajas
remuneraciones y concentran la mayor parte del empleo, pero no
influyen mayormente en el crecimiento.
Por tanto, la heterogeneidad se reproduce aún en condiciones de
crecimiento económico acelerado, acotó el estudio de la Cepal.
Infante y Sunkel proponen introducir en el diseño de políticas
públicas el concepto de pobreza relativa, que afecta a casi cuatro
millones y medio de chilenos.
Explicaron que ésta se define como el grupo de personas o
familias cuyo nivel de ingreso es inferior a 0,6 veces la ganancia
mediana, constituyéndose en el sector relativamente excluido de la
sociedad.
Señalaron que se requiere un ambicioso programa de transformación
estructural a largo plazo (15 a 20 años) que permita a los sectores
menos avanzados aumentar gradualmente la productividad y los
ingresos de los trabajadores, y así mejorar la calidad de vida de
las familias excluidas.
Este programa, según el organismo de las Naciones Unidas, debería
sostenerse en cuatro pilares: convergencia productiva, protección
social garantizada, crecimiento económico con equidad y cohesión
social. EFE