París, 28 jul (EFE).- Chile, que tradicionalmente ha sido un país
centralizado, debe reforzar los poderes de las autoridades
regionales para favorecer una diversificación económica planificada
sobre el terreno que contribuirá a una mayor competitividad general.
Estas son las principales conclusiones de un informe de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
en el que considera que el progreso de las políticas de
descentralización de Chile "sigue siendo irregular".
"La atención a los objetivos de política nacional deberían
combinarse con una mayor implicación de los actores regionales en la
fijación de una agenda territorial basada en los puntos fuertes
regionales particulares y en las oportunidades como vía para mejorar
su competitividad", subraya la OCDE.
Para eso hay que reforzar los gobiernos regionales, de forma que
sean más independientes, y esto pasa por la atribución de recursos y
competencias, así como por favorecer la confianza y la cooperación
entre diferentes niveles de la Administración, señala.
El conocido como el "Club de los países desarrollados" insiste en
que la mejora de la productividad necesita favorecer la innovación,
el espíritu de empresa o la formación, cuestiones que tienen una
importante dimensión regional, en particular a la vista de la
diversidad chilena a ese respecto.
Los autores del estudio reconocen que Chile -que está en proceso
de negociar su adhesión a la OCDE, que podría materializarse a
finales de año- es uno de los países del mundo que más éxito han
tenido en reducir la proporción de población pobre, que pasó de
alrededor del 40% en 1990 al 13,7% en 2006.
Sin embargo, puntualizan que los logros económicos y de
desigualdad en la riqueza varían mucho de unas a otras regiones y
son "sustancialmente más elevadas que en la mayor parte de los
países de la OCDE".
La gran fluctuación en los ingresos por habitante tienen que ver
con tres características de las disparidades regionales, la primera
la brecha entre los territorios donde la actividad está copada por
la minería, esencialmente en el norte (Antofagasta, Tarapaca y la
Región Metropolitana de Santiago) y las regiones de agricultura
intensiva, como La Araucania, Coquimbo y Maule.
La segunda es la concentración de la actividad de negocios y las
sedes de las empresas en Santiago, que con el 40% de la población
del país acumula el 47% del Producto Interior Bruto (PIB).
Por último, está el problema de que pese al tirón económico de
Chile cuatro regiones clave como son Atacama, Valparaíso, Magallanes
y la Región Metropolitana de Santiago han tenido tasas de
crecimiento relativamente bajas. EFE