El comercio de alimentos genera ruidos en reabierta negociación UE-Mercosur

Natalia Kidd

Buenos Aires, 2 jul (EFE).- La Unión Europea (UE) y el Mercosur concluyeron hoy una nueva ronda de negociación para un acuerdo de asociación en la que las sensibilidades por el comercio agrícola volvieron a cobrar protagonismo y recordar la complejidad de unas relanzadas conversaciones que prometen ser largas.

Los negociadores volvieron a verse las caras tras seis años de paréntesis en las discusiones, paralizadas en medio de reclamos del bloque integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay ante la supuesta desmedida ambición y falta de flexibilidad de los europeos.

Ahora, tras el espaldarazo político que los gobiernos de ambos bloques dieron en mayo pasado al relanzamiento de las negociaciones, todo parecía encaminarse a una aceleración del proceso, iniciado en 1999.

Pero los cantos de sirena sonaron ésta vez desde el Viejo Continente.

A las crecientes críticas de parte de los campesinos europeos y de los ministros de Agricultura de una decena de países, capitaneados por Francia, se sumó un reclamo de la UE por las trabas a la importación de alimentos impuestas por Argentina, en la presidencia temporalmente del Mercosur.

El director general adjunto de Comercio de la Comisión Europea, João Aguiar Machado, quien comandó al grupo de negociadores europeos que participó de la ronda en Buenos Aires, adelantó que la UE llevará este lunes el caso de las trabas argentinas a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El funcionario portugués calificó como un "contrasentido" encontrarse "con exportaciones de alimentos bloqueadas" al momento del relanzamiento de las conversaciones con los suramericanos.

Argentina ha negado hasta el cansancio tales trabas a los alimentos europeos y ha defendido que las medidas adoptadas en casos de competencia desleal son acordes a las normas de la OMC.

Lo cierto es que Argentina no ha anunciado oficialmente la aplicación de medidas para frenar el ingreso de alimentos extranjeros, pero algunos importadores se han quejado de presiones y demoras burocráticas en las tramitaciones aduaneras para ingresar productos que también son producidos en el país suramericano.

"Éste no es un asunto relevante en cuanto al monto del comercio, pero sí en cuanto a distorsionar el clima de las negociaciones. Esto mete ruido y distrae un poco la atención de lo que es la negociación en sí", dijo a Efe Mauricio Claverí, analista de comercio exterior de Abeceb.

Según datos de esta consultora, en el primer trimestre del año Argentina importó alimentos desde la UE por apenas 21 millones de dólares, mientras que sus exportaciones de estos productos al mercado europeo totalizaron 1.266 millones de dólares.

"Paralizar una negociación porque hay una discusión sobre restricciones, me atrevería a decir, es como una excusa para no negociar", dijo a Efe el economista argentino Félix Peña, experto en temas de integración, para quien, "en el mejor de los casos", la negociación llevará varios meses y serán necesario tres años para la entrada en vigor del acuerdo.

Según el experto, "no hay proporción" entre las supuestas restricciones, que afectan un volumen "ínfimo" de comercio, con una negociación que implica un potencial de comercio e inversiones "infinitamente superior".

Sólo el año pasado, y pese que se contrajo por la crisis global, el flujo de comercio bilateral totalizó 62.300 millones de dólares.

Argentina, que a finales de mes cederá su presidencia en el Mercosur a Brasil -único país del bloque que tiene un acuerdo de asociación estratégica con la UE-, acusó a los Veintisiete de aplicar medidas proteccionistas.

"Si hay alguien proteccionista, ésa es la Unión Europea", que aplica "mecanismos sofisticados para disimular subsidios a sus productos agrícolas", replicó el secretario de Industria argentino, Eduardo Bianchi.

Según Claverí, por su alto déficit fiscal, a la UE le será difícil mantener intactos los subsidios agrícolas.

En este contexto, sectores agrícolas europeos han advertido que, si se firma un acuerdo con el Mercosur, las pérdidas ascenderán a entre 3.000 y 13.500 millones de euros anuales, ya que los suramericanos son altamente competitivos como exportadores globales de alimentos y la UE es su principal mercado. EFE