César Muñoz Acebes
Washington, 21 sep (EFE).- La crisis ha causado desaliento en los
mercados y lágrimas en las oficinas de desempleo, pero al FMI le ha
traído paladas de recursos y una posición central en el firmamento
financiero, que se reforzará durante la próxima cumbre del G-20.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) cuenta ya con compromisos
expresos de gobiernos, principalmente de países ricos, de cederle
500.000 millones de dólares, según informó a Efe Alistair Thomson,
un portavoz.
La llamada a un blindaje del Fondo fue el resultado más tangible
de la anterior reunión de jefes de estado del G-20, que tuvo lugar
en Londres en abril.
Entonces se temía la caída de países en desarrollo como fichas de
dominó por los temblores a los que estaba sometido el sistema
financiero, y los 250.000 millones de dólares de los que disponía el
FMI parecían insuficientes para pararlo.
La cumbre que se celebrará el 24 y 25 de septiembre en Pittsburgh
"reforzará la posición del FMI, porque ahora tiene dinero", dijo a
Efe Steven Hanke, profesor de economía de la Universidad Johns
Hopkins.
Hace dos años, antes de que los activos "tóxicos" y las hipotecas
"basura" entraran en el vocabulario de las personas comunes, el
Fondo vivía su propia crisis de la mediana edad.
Apenas contaba con clientes, por la falta de interés en las
capitales del mundo en hacer negocios con la institución, y sus
consejos estaban desacreditados en Asia y América Latina.
Para más inri, el organismo no pronosticó la crisis actual, pese
a contar con un edificio con cientos de doctorados en finanzas y una
línea directa con los ministerios de economía.
Pero el G-20 lo ha rescatado del ostracismo, principalmente
porque ha visto en el FMI la entidad con la "capacidad técnica y
estructura institucional" más proclive para responder a la crisis,
según Yusuke Horiguchi, economista jefe del Instituto de Finanzas
Internacionales y ex director del departamento de Asia del Fondo.
Europa ha dejado a la entidad con sede en Washington la voz
cantante en el rescate a Europa del Este y el G-20 también lo usa
como un equipo de expertos para trazar el rumbo de futuro.
Para la cumbre de Pittsburgh, el Grupo le ha encargado que
presente opciones para la retirada eventual, sin asustar a los
mercados, de las medidas de estímulo económico.
En ese encuentro, los grandes países emergentes continuarán la
presión para que se cambie el poder de voto en los órganos de
gobierno del FMI, de forma que Europa, que está sobre-representada,
ceda poder a naciones como Brasil, Rusia, India y Brasil.
Pero esos países ya no hablan de alternativas al Fondo, sino
estrictamente de su reforma.
La crisis ha enfriado el entusiasmo por el Banco del Sur en
América Latina, mientras que en Asia los bancos centrales que
participan en la iniciativa Chiang Mai han acordado elevar el fondo
de ayuda mutua a tan sólo 120.000 millones de dólares, una cantidad
que palidece frente a los recursos del FMI.
El cambio de fortuna de la institución no satisface a todos, sin
embargo.
Mark Weisbrot, un experto del Centro de Análisis Económico y de
Política, cree que un FMI reforzado sólo contenta a los que creen en
"una dictadura benevolente, que no escucha la opinión de los países
más afectados".
Weisbrot se queja de que en la actual crisis ha aconsejado
expansión fiscal a los países ricos y restricción presupuestaria a
las naciones a las que ha prestado dinero.
En las últimas décadas, el FMI había sido el bombero que recibía
la llamada cuando el fuego amenazaba la balanza de pagos de un país,
pero ahora se ha aventurado también en la prevención de incendios.
El organismo ha extendido líneas de crédito sin condiciones a
países con políticas económicas a su juicio impecables: México,
Polonia y Colombia, hasta ahora.
Además, actualmente prueba un sistema de "alerta temprana", una
suerte de sismógrafo que detecte tensiones en las placas financieras
antes de que surja el terremoto. Su objetivo es no tropezar de nuevo
con la misma piedra. EFE