Madrid, 22 ene (EFE).- Las medidas anunciadas ayer por el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para restringir el
tamaño y la actividad de los bancos tienen un sentido más populista
que técnico y pocas probabilidades de aprobarse en los términos
expresados, según los analistas consultados por EFE.
La Casa Blanca quiere que los bancos comerciales que captan
ahorro de los clientes para invertirlo en los mercados no jueguen a
su vez con su propio dinero, lo que se denomina "invertir por cuenta
propia".
También está previsto impedir que estas entidades puedan poseer,
invertir o asesorar a los fondos de inversión de alto riesgo (hedge
funds) o los fondos de capital riesgo (private-equity firms), que
invierten en empresas emergentes o con problemas, para salir de su
capital poco después.
Asimismo, Obama pretende imponer un límite al tamaño de la banca,
que desde 1994 se somete a la limitación de su cartera de depósitos,
ya que ninguna entidad puede tener más del 10 por ciento del total
de ahorro existente en el país.
El proyecto anunciado ayer ha recordado a muchos el "Banking
Act", vigente en Estados Unidos desde 1933 hasta 1999, una norma que
pretendía luchar contra la usura de los bancos para evitar que
hicieran negocio con los ahorros de sus clientes.
Esta norma, también conocida como Ley Glass-Steagall, fue
promulgada inmediatamente después del "crack" de 1929 con la
intención de separar la banca minorista de la banca privada o de
inversión.
El director del departamento de Análisis de Bankinter, Ramón
Forcada, hace una lectura más política que técnica de las
intenciones de Obama, y califica de claramente "populista" el
anuncio.
Forcada señala que el tono agresivo de Obama responde a su
debilidad política, en un momento en el que ve peligrar su proyecto
de reforma del sistema sanitario.
Alberto Roldán, de Inverseguros, añade que dieciocho meses
después de anunciar un plan de reestructuración para el sistema
financiero "no tiene sentido salir ahora con esto", y coincide con
Forcada en cuanto al carácter populista del anuncio.
De aprobarse estas medidas, los bancos españoles deberían
someterse a la nueva normativa, aunque, según explica Daniel
Pingarrón, analista de IG Markets, les afectaría de manera
"residual", dado que su modelo de negocio es muy distinto.
Muy distinto es el panorama para los grandes bancos
estadounidenses, añade el analista, ya que "es como si de la noche a
la mañana les dijeran que el 10 o el 20 por ciento de su actividad
va a desaparecer".
A este lado del Atlántico es muy posible que las autoridades
económicas europeas decidan plantearse adoptar medidas similares en
Europa, dado el "seguidismo" del que, en ocasiones, hacemos gala,
tal y como recuerda Pingarrón.
No obstante, Ramón Forcada recuerda que el europeo no es aún un
mercado verdaderamente único salvo en lo que se refiere a la
competencia, y sería muy difícil coordinar las distintas
legislaciones.
Muy diferente es la interpretación del economista asesor de la
Reserva Federal (Fed) de Chicago Richard Rosen, que justificó hoy a
Obama con el argumento de que una de las principales causas de la
crisis económica fue la "relajación" de la normativa financiera.
Los bancos cotizados, por su parte, sí se han tomado muy en serio
las palabras del presidente de Estados Unidos e inmediatamente
después del anuncio comenzaron a encajar fuertes descensos en sus
cotizaciones.
En este sentido, el analista de Bankinter considera que la
incertidumbre ha provocado una "sobrerreación" de los mercados, tal
y como ocurrió hace unos días cuando el Gobierno chino se propuso
enfriar el crecimiento económico.
Sin embargo, cree que el impacto sobre el mercado ya ha tenido
lugar y "sólo queda el efecto inercial". EFE