Ginebra, 21 abr (EFE).- Henry Gaudru, presidente de la Sociedad
Vulcanológica Europea, defendió hoy la decisión de cerrar los
aeropuertos europeos ante el desconocimiento del daño que la nube de
cenizas hubiera podido provocar en los reactores de los aviones.
"No tenemos ni teníamos ningún tipo de datos sobre la
concentración de ceniza en la atmósfera, por lo que no sabíamos como
podía afectar a los reactores de los aviones. Por tanto la única
medida a tomar era el cierre de los cielos por principio de
precaución", señaló Gaudru en rueda de prensa.
El vulcanólogo señaló que en sus más de 40 años de carrera
siempre ha defendido la seguridad y la precaución como prioridad,
por ello apoya sin fisuras la decisión de los gobiernos europeos de
cerrar sus espacios aéreos a pesar de las fuertes críticas recibidas
por la industria aeronáutica.
Gaudru explicó que el caos provocado por la erupción del volcán
Eyjafjalla se debe especialmente a los vientos que soplaban hacia el
sudeste y que empujaron la nube de cenizas hacia Europa.
"Usualmente ocurren erupciones en todo el mundo y se cierran
espacios aéreos, pero más reducidos. En este caso el problema ha
sido el viento que empujó la nube hacia Europa muy poblada y
económicamente clave".
El vulcanólogo señaló que la nube se creó al producirse una
explosión a causa del choque entre el magma y el agua del glaciar
donde se asienta el Eyjafjalla.
De hecho, en una primera fase, el volcán había entrado en
erupción, abriendo un cráter y expulsando lava, pero sin explotar,
cosa que los científicos islandeses habían predicho dos semanas
antes de que sucediese.
Para poner énfasis en la importancia del viento en este caso,
Gaudru explicó que en la escala vulcanológica, una medición como la
escala de Richter en referencia a los terremotos, la erupción del
Eyjafjalla fue entre 2 y 3, cuando se han detectado otras que han
alcanzado hasta 7 u 8.
"La erupción del Eyjafjalla ha sido muy moderada, muy leve, no ha
sido para nada particular, al revés, es una clásica erupción
islandesa, con una explosión a causa del contacto del magma con el
agua", señaló el científico, para añadir:
"Tampoco fue una erupción importante, expulsó 700 toneladas de
materia por segundo, cuando algunos volcanes expulsan 100.000
toneladas e incluso un millón de toneladas por segundo".
Asimismo, Gaudru explicó que la altura máxima a la que llegó la
columna de ceniza, 11 kilómetros, no es destacable, dado que otros
volcanes han logrado alturas de 40 kilómetros, como el Pinatubo, en
Filipinas en 1991.
Consultado sobre la posibilidad de que otro volcán islandés, el
Katla, que se encuentra a 20 kilómetros de distancia, también entre
en erupción, como lo ha hecho en las otras tres ocasiones en que el
Eyjafjalla ha despertado, Gaudru fue concluyente.
"No existe ningún indicio que indique que el Katla puede
despertarse. No hay una conexión directa entre los dos volcanes.
Tienen compartimentos de magma distintos. Es verdad que a las tres
anteriores erupciones del Eyjafjalla (1612,1821,1823) le han seguido
una del Katla, pero la ciencia no son probabilidades y no hay una
relación directa".
Dicho lo cual, el vulcanólogo señaló que el Katla, como cualquier
otro volcán, puede entrar en erupción en cualquier momento, la misma
probabilidad de que el Eyjafjalla vuelva a explosionar porque el
magma que resta en su interior encuentre otra veta de agua.
"El volcán puede mantenerse en actividad dos días más, dos
semanas o dos años, eso es imposible de saber".
Una posibilidad de entrar en erupción que también pesa sobre el
Vesubio "actualmente el único volcán peligroso en territorio
europeo" continental, advirtió el científico, quien asumió que no
existe un plan de contingencia europeo para hace frente a una
posible erupción del volcán italiano. EFE