Laura Barros
Tegucigalpa, 11 jul (EFE).- La crisis política que vive Honduras
se hace evidente en una bajada de clientes para los vendedores de
productos agrícolas que llegan a Tegucigalpa desde zonas rurales, lo
que acrecienta no solo su preocupación por el país sino por sus
bolsillos.
Cargados de frutas y verduras, hombres, mujeres y niños se
instalan todos los viernes y sábados en el tradicional mercado de
mayoristas de Tegucigalpa para ofrecer sus productos a precios
"cómodos".
Pero este sábado, cuando se cumplen 14 días del derrocamiento del
presidente Manuel Zelaya por parte de los militares y de que el
Congreso designara a Roberto Micheletti al frente del Ejecutivo, los
vendedores resintieron la merma de clientes.
"Las ventas no están muy buenas", dijo a Efe Manuel, un vendedor
de 25 años, quien consideró que en estos días "el agua no está para
fríjoles".
No descartó que el "disparate" que ha vivido el país en las
últimas semanas haya sido la causa de la poca demanda, aunque
admitió que "la verdad es que la gente no tiene dinero".
A pocos metros, Roque Martínez, un hombre campechano de 36 años
que aprovechaba para desayunar junto a sus dos hijos, aseguró que la
"poca venta" se debe a "eso que ha habido" (el derrocamiento de
Zelaya).
"No entiendo cómo vienen a pasar estas cosas en nuestro país",
agregó con aparente resignación.
Sin embargo, no solo eran pocos los compradores, pues para
algunos visitantes este sábado se observaban menos vendedores.
Y la razón pareció tenerla Laura Servellón, quien explicó que
algunos de sus compañeros vendedores "piensan que es peligroso venir
a la ciudad".
"Yo lo que quiero es paz, habiendo paz en el país uno camina
libre y no tiene miedo a nada", agregó esta mujer, quien llegó desde
Lepaterique, cerca de Tegucigalpa, acompañada por tres de los seis
hijos.
A su vez, Gabriela, una joven de 16 años y estudiante del último
año de bachillerato, no ocultaba su inquietud por la paralización de
las clases, ante la decisión de los sindicatos de profesores de
suspender las actividades para exigir el retorno de Zelaya.
"No sabía qué era un golpe de Estado y estoy preocupada, porque
no sé cómo van a hacer con las clases. Espero que arreglen esto
rápido", sostuvo.
Alfredo, un chico de unos 12 años que ayuda a cargar las
mercaderías a los compradores, consideró que cuando no había golpe
en el mercado "se hacía más" dinero, tras detallar que en esta
jornada había ganado apenas 200 lempiras (unos 10,52 dólares),
cuando regularmente "se hace" entre 350 y 400 lempiras (entre 18,42
y 21,05 dólares).
Las posibles soluciones al conflicto político no son claras ni
para compradores ni vendedores, que sí coinciden en que se piense en
el país.
"Hay una situación política todavía confusa y problemática",
aseguró Carlos Medrano, un periodista que trabajaba para la oficina
de prensa de Zelaya, y consideró que "el pueblo hondureño en general
quiere un arreglo".
Ninoska, un ama de casa de 40 años, pidió "sensatez" entre
quienes mantienen actualmente un diálogo en Costa Rica en busca de
una solución al conflicto político en el país, y no descartó que las
elecciones convocadas para el próximo 29 de noviembre permitan que
los hondureños tomen "la decisión correcta".
A su turno, Wilfredo, un veterinario de 53 años, señaló que las
autoridades deben "pensar en el pueblo hondureño" y dejar "a un lado
las componendas fraudulentas".EFE
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