París, 7 sep (EFE).- Miles de franceses han pedido hoy al
presidente, Nicolas Sarkozy, que rectifique su proyecto de retrasar
la edad de jubilación, el mismo día en el que los diputados han
comenzado a debatir la reforma de las pensiones que sitúa en 62 años
la edad mínima de final de la vida laboral.
Los sindicatos han indicado que han logrado la mayor movilización
de la historia en una jornada en la que aseguran haber sacado a la
calle una cifra superior a los dos millones de personas, que fue la
cantidad de manifestantes que protestaron el pasado 24 de junio por
el mismo motivo.
Era su sueño y su objetivo, conseguir una buena respuesta, la
única forma de hacer recular al Gobierno, como ya sucedió con las
históricas manifestaciones de diciembre de 1995 cuando era
presidente de la república Jacques Chirac, quien no pudo implantar
reformas en la sanidad y en las pensiones, y en 2006, los
estudiantes acabaron con un contrato que preveía salarios bajos para
los jóvenes.
El Ejecutivo se ha mostrado más prudente y ha difundido unos
datos policiales en los que se contabilizaron algo más de medio
millón de manifestantes, lejos de los 800.000 de hace tres meses.
La quinta jornada de protesta contra la reforma de las pensiones
tuvo un sabor particular, ya que coincidió con el inicio de la
andadura parlamentaria del proyecto gubernamental.
Mientras el ministro de Trabajo, Eric Woerth, defendía las
bondades de ampliar la carrera activa de los franceses, miles de
ellos coreaban en la calle lemas en defensa de la jubilación a los
60 años, el auténtico caballo de batalla de la reforma.
En unas 200 ciudades francesas han desfilado a lo largo de la
jornada miles de manifestantes en contra de los planes
gubernamentales, que tienen muchas posibilidades de salir adelante
puesto que el Ejecutivo cuenta con un importante respaldo
parlamentario.
París ha sido, una vez más, el epicentro de la protesta, por
reunir a más manifestantes que ninguna otra ciudad -80.000, según la
policía, 270.000, según los sindicatos-, pero, también por haber
dado cita a los líderes de los principales sindicatos y a
responsables políticos de la izquierda.
"Es la mayor movilización de los últimos años", aseguraba el
líder del sindicato CFDT, François Chérèque, mientras que su colega
de la CGT, Bernard Thibault, no dudaba en declarar que "la
movilización es superior a la del pasado 24 de junio".
"Ese era nuestro objetivo y el Gobierno no podrá obviar lo que
está pasando", agregó.
Pero ajeno al ruido de la calle, el ministro de Trabajo
continuaba en la Asamblea defendiendo su proyecto "normal",
"natural" y "lógico", la única forma de asegurar, dijo, el futuro de
las pensiones.
Pese a que está tocado por su implicación en el llamado "caso
Bettencourt", un escándalo de tráfico de influencias en torno a la
heredera del imperio cosmético L'Óreal, el ministro se mostró firme.
Antes de comenzar la sesión había recibido el apoyo expreso de
Sarkozy, quien recibió a los diputados de su partido para pedirles
firmeza con la reforma pero flexibilidad a la hora de introducir
enmiendas encaminadas a suavizarla en lo que se refiere a los
trabajadores de oficios más duros.
Esa parece la única concesión que está dispuesto a hacer el
Ejecutivo para calmar a la calle, aunque los sindicatos afirmaron no
conformarse con eso y algunos comenzaron a pedir una nueva jornada
de protesta.
Su movilización no se ha limitado a sacar a las calles a miles de
personas. Muchos ciudadanos no han acudido a sus puestos de trabajo,
provocando importantes perturbaciones en diversos sectores.
En particular, el transporte público, que se vio confrontado a
una nueva jornada de caos, particularmente molesto en las horas
punta.
Un cuarto de los vuelos previstos en los aeropuertos parisienses
fue suspendido de forma preventiva, pero los principales problemas
se han registrado en las estaciones de ferrocarril y en los
transportes urbanos.
Han funcionado dos de cada cinco trenes de alta velocidad, uno de
cada cuatro del resto de convoyes de largo recorrido y la mitad de
los regionales.
En París, la incidencia del paro en el metro ha sido algo menor
de lo que se esperaba, aunque en la mayor parte de las líneas han
circulado menos trenes de lo previstos.
En otros sectores el paro tuvo un mayor seguimiento: el 55% en
la enseñanza, según los sindicatos; entorno al 30%, para el
Ministerio de Educación. En correos un 40%; el 22% según fuentes del
Gobierno. EFE
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