Javier Otazu
La Habana, 11 sep (EFE).- El transporte de viajeros en Cuba puede
volverse desde hoy un poco más fácil, pues el Gobierno ha vuelto a
entregar licencias a automovilistas particulares de La Habana, si
bien la medida no parece haber despertado un desmedido interés.
El transporte de pasajeros es una de las quejas recurrentes de
los cubanos: no hay más que ver los paraderos de autobuses repletos
de viajeros que pugnan por abrirse un hueco en los vehículos que ya
llegan abarrotados.
Así que algunos optan por "pedir botella" (hacer autoestop), y
otros prefieren pagar a los taxis, legales o ilegales, que se
dedican a "botear" o coger pasajeros.
Parar a un taxi en La Habana e indicarle al lugar al que uno va
no es tan sencillo, pues depende de un montón de variables como las
clases de vehículos, la nacionalidad de los viajeros y los tipos de
monedas.
Y es que en Cuba conviven dos monedas desde 1993: el peso cubano,
con el que el Estado paga sus salarios, y el peso convertible (CUC,
igual a un dólar o a 24 pesos nacionales), con el que se compran la
mayoría de bienes de consumo. La existencia de las dos monedas es
otra de las quejas más repetidas por el cubano de a pie.
Hay taxis que sólo admiten CUCs, otros, generalmente vetustos
modelos prerevolucionarios, que únicamente aceptan a viajeros
nacionales, otros que no pueden abandonar determinadas rutas
prefijadas y finalmente los que se saltan todas estas prohibiciones
pero viven bajo la amenaza perpetua de una sanción.
Así, Miguel Ángel, cocinero en una embajada, "botea" en sus horas
libres con un Lada soviético, haciendo flashes con las luces de su
coche cuando ve a un potencial pasajero, evitando siempre las rutas
por donde merodea la policía: "si me cogen, me multan con 1.000
pesos; me compensa, porque yo saco 2.000 al mes con mi carro",
comenta.
A Miguel Ángel no le interesa la entrega de nuevas licencias
porque, al igual que otros taxistas clandestinos, las condiciones le
parecen muy restrictivas: están ligadas a un vehículo y su
propietario, y este tiene prohibido ceder su coche a un familiar o
amigo.
Según cifras de la Unidad Estatal de Tráfico, sólo en La Habana
se han entregado 3.330 permisos en lo que va de año, una cifra
cercana a los 3.486 que existían en el país antes de diciembre de
2008, cuando el Gobierno de Raúl Castro reinició su concesión tras
nueve años de suspensión.
Los primeros meses del año trajeron un inusitado interés de los
chóferes que desbordó las capacidades del Ejecutivo, tanto, que la
Unidad de Tráfico habanera tuvo que cerrar sus puertas el pasado
agosto y hasta el día de hoy. Sin embargo, la reapertura de las
licencias no se ha traducido en ninguna avalancha.
"Mira, a mí me ha costado tres meses de papeles", dice un
flamante taxista que prefiere no revelar su identidad porque
compatibiliza su trabajo con un empleo oficial, mientras que, a su
lado, un tal José desprecia la licencia porque dice llevar seis años
transportando viajeros sin permiso y sin mayores problemas.
"Me saco 15.000 pesos al mes y me han cogido decenas de veces,
pago los mil pesos de multa y en paz. No olvides que la licencia
cuesta 450 pesos mensuales, casi la mitad que la multa, y si me
cogen una segunda vez, me decomisan el carro, pero sería mala pata
que me pare un mismo policía", bromea.
Lo más parecido a un taxi, con sus contadores y sus autos nuevos,
lo tiene la estatal Cubataxi, con una flota de vehículos Hyundai o
Peugeot, pero se pagan en CUCs, lo que los hace prohibitivos para la
mayoría de cubanos, y además es casi imposible encontrarlos en la
calle.
"Somos pocos porque en los garajes hay muchos inmovilizados por
falta de piezas", explica Armando, uno de los conductores de estas
unidades.
En el otro extremo está el bicitaxi, versión cubana de lo que en
otros países americanos es el mototaxi: sufridos jóvenes se pasan el
día pedaleando con dos pasajeros detrás, y también ellos necesitan
unas licencias que se entregan con cuentagotas.
Antonio, licenciado en Educación Física, hace músculo en su
bicitaxi: "Me cuesta 200 pesos la licencia; me multan con 500 por no
renovarla o por salir de mi ruta, y 1.500 si me atrevo a coger a un
extranjero. Tú te ríes, pero es para llorar". EFE
fjo/pa
(Con fotografías y audio)