Bruselas, 1 jul (EFE).- En medio de una compleja situación
política interna y dirigida por un gobierno en funciones, Bélgica ha
asumido hoy la presidencia de turno de la Unión Europea (UE) con la
intención de sacar al bloque de la crisis y completar las reformas
económicas y financieras necesarias.
El dimisionario Yves Leterme -que continúa al frente del Gobierno
mientras se fragua una nueva coalición tras las elecciones del
pasado 13 de junio- será de momento la cabeza visible de esa
presidencia.
Y lo será, al menos, hasta octubre, pues según todos los
analistas ésa es la fecha más optimista para la formación de un
nuevo Ejecutivo federal.
La habitual complejidad del proceso en Bélgica -Leterme tardó
casi nueve meses en poner en pie su Gobierno- se ha visto
acrecentada en esta ocasión por los resultados de los comicios, en
los que una fuerza abiertamente secesionista como la N-VA flamenca
ha sido la formación más votada.
En las últimas semanas, las autoridades belgas se han encargado
de dejar claro que esa situación interna no afectará al transcurso
de la presidencia europea y que el gobierno que llegue mantendrá la
línea de trabajo, pues el programa ha sido consensuado entre todas
las fuerzas políticas principales.
Además no se han cansado de recordar la experiencia del país en
la gestión comunitaria, resaltando que será la duodécima vez que
Bélgica esté al frente de la UE, de la que es socio fundador.
Sin un liderazgo claro en el país, se espera que el semestre sea
el de la confirmación del presidente del Consejo Europeo, el belga
Herman Van Rompuy, como líder de la Unión, bien por la declarada
voluntad de Leterme de cederle todo el protagonismo, bien por la
propia situación política belga.
La intención del gobierno es desarrollar una presidencia de
"perfil bajo", según aseguró el primer ministro en funciones la
pasada semana, con el fin de potenciar tanto la figura de Van Rompuy
como de la Alta Representante, Catherine Ashton, los dos cargos
creados con el Tratado de Lisboa.
El texto relega a las presidencias rotatorias a un segundo plano,
que Bélgica ha prometido aceptar, centrándose en las competencias
que le asigna el nuevo tratado.
Entre ellas, la de dirigir el Consejo Ecofin (Economía y
Finanzas), gran protagonista desde que estalló la crisis financiera
y de la deuda soberana.
Ahí es donde el gobierno belga intentará conseguir su principal
prioridad para el semestre: garantizar la estabilidad financiera y
recuperar el crecimiento y el empleo en Europa.
En la presentación de su programa, Leterme aseguró que uno de sus
grandes objetivos es prevenir, con nueva regulación y supervisión,
una repetición del "oportunismo financiero" que a su juicio
desembocó en la crisis mundial.
Además, Bélgica quiere ampliar el debate sobre la gobernanza
económica y baraja la posibilidad de reunir una "convención" con
todas las instituciones comunitarias, incluido el Parlamento, y
otros actores, como los parlamentarios nacionales y representantes
de la sociedad civil, para discutir la reforma de la economía
europea.
En otras áreas, Bélgica pretende avanzar hacia un acuerdo global
para combatir el cambio climático y progresar en varios asuntos de
Justicia e Interior, como la lucha antiterrorista, los
procedimientos de asilo y la inmigración ilegal.
El gobierno celebrará mañana la tradicional reunión con la
Comisión Europea que tiene lugar al principio de cada presidencia.
El inicio oficial se ha celebrado hoy en Bruselas con una pequeña
ceremonia, mientras que el acto principal tendrá lugar mañana, con
un espectáculo musical en el que participará, entre otros, el líder
de la banda de rock Placebo, Brian Molko, bruselense de nacimiento.
EFE