Y nada menos que en un año electoral. La caja se achica. Los superávits se reducen. Hay menos caja para repartir y la lógica política indica que habrá menos recursos financieros destinados a disciplinar a la tropa política. Muchos advierten que hay pérdida de poder para el gobierno, pérdida de favores por menor recaudación y optan por formar espacios políticos propios o bien unirse a nuevas coaliciones en formación.
Hay deserciones por el lado de los legisladores que respondían al gobierno de Kirchner. Ya cuatro senadores abandonaron la tropa kirchnerista la semana pasada, debido a las políticas agrarias de Kirchner. Vislumbran un escenario de pérdida de poder político a nivel central (que ya está dibujándose) y soldado que huye, sirve para otra batalla, reza el dicho.
“La presidenta argentina Cristina Kirchner está lidiando con deserciones en su coalición de gobierno justo cuando necesita fuerte apoyo en un momento en que busca un acercamiento con gente del sector agropecuario que ha creado uno de los mayores desafíos a su autoridad”, dice el Wall Street Journal.
“La pérdida de aliados puede limitar las opciones políticas de Kirchner con una recesión global que comienza a sentirse en las fábricas y en los campos del país”.
La pérdida de legisladores propios generó que el gobierno perdiera su mayoría en Diputados y redujera el margen de aliados en Senadores.
No sólo legisladores, también gobernadores antes afines están desarmando filas, algo que localmente se identifica como la “Diaspora Kirchner”.
La presidenta inició sus primeras semanas de gobierno con un 65% de aceptación, y en los primeros meses -luego intensificado con el conflicto agropecuario- y hasta hoy, apenas araña el 30% de aprobación.
El sector agropecuario ha canalizado gran parte de la desaprobación a nivel popular de la gestión de la presidenta, no siendo éste el principal enemigo político que la presidencia de Kirchner debiera contemplar. Hay descontento social que se dirige al único frente hoy abierto contra el gobierno: el sector agropecuario, puesto que a nivel de dirigentes políticos no existe oposición en la Argentina.
En la provincia de Santa Fe, provincia mayormente agropecuaria, la población desaprueba la gestión del gobierno nacional en un 75%, y el senador Reutemann por Santa Fe optó por abandonar el barco en busca de sus metas presidencialistas para suceder a Cristina Kirchner en 2011.
El gobierno de Cristina Kirchner se ve cercado por el alejamiento de aliados, menor dinero para repartir y una crisis global que si bien no se ha hecho sentir fuertemente en la Argentina por no haber estado el país abierto al crédito, se está haciendo sentir por el lado de la pérdida de mercados y de recaudación por la baja en el precio internacional de commodities.
¿Qué se espera para la Argentina en los meses venideros? Es una respuesta difícil de responder para cualquier país, pero mucho más difícil para un país política y económicamente inestable como es la Argentina.
No hace falta coordinar ni analizar demasiado: con mercados internacionales tendiendo al proteccionismo, precios de materias primas en baja, baja de recaudación impositiva, de apoyo político, intransigencias en cuanto a políticas más flexibles para un sector castigado como el agropecuario, (hoy más castigado por la sequía), pérdida de empleos; las elecciones legislativas de octubre son un número perdido, a menos que algo totalmente inesperado, como habitualmente también ocurre en la Argentina, acontezca.
Hay deserciones por el lado de los legisladores que respondían al gobierno de Kirchner. Ya cuatro senadores abandonaron la tropa kirchnerista la semana pasada, debido a las políticas agrarias de Kirchner. Vislumbran un escenario de pérdida de poder político a nivel central (que ya está dibujándose) y soldado que huye, sirve para otra batalla, reza el dicho.
“La presidenta argentina Cristina Kirchner está lidiando con deserciones en su coalición de gobierno justo cuando necesita fuerte apoyo en un momento en que busca un acercamiento con gente del sector agropecuario que ha creado uno de los mayores desafíos a su autoridad”, dice el Wall Street Journal.
“La pérdida de aliados puede limitar las opciones políticas de Kirchner con una recesión global que comienza a sentirse en las fábricas y en los campos del país”.
La pérdida de legisladores propios generó que el gobierno perdiera su mayoría en Diputados y redujera el margen de aliados en Senadores.
No sólo legisladores, también gobernadores antes afines están desarmando filas, algo que localmente se identifica como la “Diaspora Kirchner”.
La presidenta inició sus primeras semanas de gobierno con un 65% de aceptación, y en los primeros meses -luego intensificado con el conflicto agropecuario- y hasta hoy, apenas araña el 30% de aprobación.
El sector agropecuario ha canalizado gran parte de la desaprobación a nivel popular de la gestión de la presidenta, no siendo éste el principal enemigo político que la presidencia de Kirchner debiera contemplar. Hay descontento social que se dirige al único frente hoy abierto contra el gobierno: el sector agropecuario, puesto que a nivel de dirigentes políticos no existe oposición en la Argentina.
En la provincia de Santa Fe, provincia mayormente agropecuaria, la población desaprueba la gestión del gobierno nacional en un 75%, y el senador Reutemann por Santa Fe optó por abandonar el barco en busca de sus metas presidencialistas para suceder a Cristina Kirchner en 2011.
El gobierno de Cristina Kirchner se ve cercado por el alejamiento de aliados, menor dinero para repartir y una crisis global que si bien no se ha hecho sentir fuertemente en la Argentina por no haber estado el país abierto al crédito, se está haciendo sentir por el lado de la pérdida de mercados y de recaudación por la baja en el precio internacional de commodities.
¿Qué se espera para la Argentina en los meses venideros? Es una respuesta difícil de responder para cualquier país, pero mucho más difícil para un país política y económicamente inestable como es la Argentina.
No hace falta coordinar ni analizar demasiado: con mercados internacionales tendiendo al proteccionismo, precios de materias primas en baja, baja de recaudación impositiva, de apoyo político, intransigencias en cuanto a políticas más flexibles para un sector castigado como el agropecuario, (hoy más castigado por la sequía), pérdida de empleos; las elecciones legislativas de octubre son un número perdido, a menos que algo totalmente inesperado, como habitualmente también ocurre en la Argentina, acontezca.