Bruselas, 10 feb (EFE).- La grave crisis presupuestaria que
afecta a Grecia ha colocado a los países del euro en situación de
emergencia por primera vez desde que se creó la moneda única europea
hace once años.
Gobiernos nacionales y responsables de las instituciones europeas
multiplicaban hoy las reuniones y contactos tratando de definir un
plan de urgencia para el supuesto de que el Estado griego no pueda
financiarse por vías normales.
Fuentes oficiales alemanas han asegurado en Berlín que ése no es
el caso, que Grecia sigue colocando su deuda en el mercado sin
problemas, aunque a un coste más alto, y que "ni se plantea" el
anuncio inminente de una ayuda financiera europea a Atenas.
Lo que sí están analizando los miembros del euro es una serie de
"escenarios" para el caso de que las cosas vayan a peor, ha
reconocido la fuente del Gobierno alemán.
Que las cosas empeoren sólo puede significar dos cosas: que el
Tesoro griego no pueda hacer frente a los próximos vencimientos y/o
que la desconfianza que afecta a este país se extienda a otros
socios de la zona también en serias dificultades presupuestarias.
Los dieciséis ministros de Finanzas de la eurozona celebran esta
tarde una sesión de concertación, mediante videoconferencia, a
propuesta del presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude
Juncker, para examinar las posibles respuestas.
Los ministros no han podido esperar a la reunión ordinaria del
Eurogrupo, programada para el próximo lunes en Bruselas, lo que
indica la trascendencia de lo que está en juego.
Si las cosas no mejoran en los mercados, tiene que haber un plan
listo, que sea efectivo desde el principio e irreprochable
jurídicamente.
Mañana se reunirán en Bruselas a solas los gobernantes de la UE
para una cumbre informal convocada hace un mes, en la que se hablará
de las "turbulencias" en la zona del euro, según reconocía hoy una
fuente oficial al corriente de los preparativos.
La dificultad de la situación estriba en que las reglas de la
unión monetaria europea prohíben al Banco Central Europeo (BCE) o a
la Comisión Europea financiar directamente el endeudamiento de un
estado de la zona con problemas de liquidez.
Lo que es legalmente posible con cualquier otro socio de la UE
-Hungría, Rumanía y Letonia se han beneficiado recientemente de una
línea especial de crédito a la balanza de pagos que gestiona la
Comisión de Bruselas- no lo es con aquellos que comparten la moneda
única.
La prohibición se explica por la necesidad de preservar a toda
costa políticas fiscales sanas a nivel nacional.
Pero, ante el riesgo de que toda la zona se vea tarde o temprano,
inmersa en la tormenta, los socios de Atenas están explorando todas
las vías posibles de ayuda.
La opción que parecen descartar de antemano los miembros de la
Eurozona es un recurso al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ver a los expertos de Washington desembarcando en Europa para
sacar a flote a un estado del euro no sólo significaría una
auténtica humillación para los europeos, sino que comprometería
gravemente la independencia del BCE, la única institución a la que
el Tratado confiere la responsabilidad de la política monetaria
europea.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha sido invitado a
participar mañana en la reunión de los líderes europeos.
Ayer mismo, en su última intervención como comisario de Asuntos
Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia descartaba ante el pleno
del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, que el FMI deba implicarse
en la crisis.
"Coincido con los diputados que han dicho que no necesitamos
llamar al FMI. Lo podemos y debemos hacer nosotros", declaró
Almunia.
"Si tenemos la coordinación adecuada, voluntad política,
utilizamos los instrumentos del Tratado y llevamos a las últimas
consecuencias nuestros objetivos, tenemos los instrumentos para
afrontar situaciones difíciles como la de Grecia", añadió.
Once años después de su nacimiento, el euro estaría afrontando
ahora, según algunos analistas, la hora de la verdad, una crisis
ligada a una deficiencia congénita sobre la que ya habían alertado
algunos expertos.
La unión monetaria carece, en efecto, de instrumentos coercitivos
para imponer a sus miembros políticas presupuestarias sanas. El
Pacto de estabilidad y crecimiento, suavizado ya una vez, habría
alcanzado ya sus límites.
Según el Gobierno de Berlín, en el almuerzo de la cumbre informal
de mañana en Bruselas se espera que Grecia explique de manera
convincente cómo tiene previsto cumplir el estricto programa de
ajuste que le ha impuesto la Comisión Europea y que va más allá de
lo planteado por el gobierno de Giorgos Papandreu.
"Hasta ahora no hay coincidencia entre Grecia, el Banco Central
Europeo y la Comisión sobre la magnitud del programa de
consolidación. Sería un éxito si del almuerzo saliera la señal de
que Grecia y las citadas instituciones llegan a un análisis
idéntico, que encima apoye el Consejo Europeo," dijo la citada
fuente. EFE