José Álvarez
Shanghái (China), 30 sep (EFE).- Un día después de que China inaugurase ayer su nueva Zona Piloto de Libre Comercio de Shanghái, llamada a revolucionar el peso de la ciudad oriental, del yuan y de la economía china en el sistema financiero mundial, algunos observadores temen ya que su funcionamiento no será tan libre.
Pese a que el Consejo de Estado (Ejecutivo) publicó 18 sectores de servicios en los que aplicará reformas económicas, y a que se espera que la zona sirva a Pekín de laboratorio de ensayo de una liberalización del cambio del yuan y de los tipos de interés, los esperados detalles de cómo se hará posible siguen sin ser revelados.
El hecho de que la zona haya empezado a funcionar antes de que se publiquen las normas que la regulan, y la puntualización del Ejecutivo al anunciar que autorizaría esas reformas "siempre que los riesgos puedan ser controlados", hacen surgir las dudas.
"En Hong Kong (cuya zona de libre comercio podría verse eclipsada si funciona la de Shanghái) nuestros tipos de interés están fijados por el mercado, y el capital entra y sale (de su territorio) sin obstáculos", señala hoy el comentarista económico Tom Holland en el diario de la ex colonia británica "South China Morning Post".
"El gobierno deja a los adultos que hagan sus cosas, sin decir nada de controlar los riesgos, y eso es porque Hong Kong es un mercado libre, pero con las autoridades chinas dictando qué riesgos pueden permitirse o no las empresas, la zona de libre comercio de Shanghái se va a quedar un poco lejos de merecer ese estatus", dice.
Según apunta, la única manera de que China pueda permitirse liberar los tipos de interés en la zona, y mantenerlos artificialmente bajos en el resto del país, es que garantice de alguna forma que ambos mercados sean estancos, pues si no los bancos chinos usarían la zona para captar fondos con tipos más altos.
El control de los tipos permite que los bancos estatales chinos puedan ganar dinero a la vez que prestar más barato a las firmas estatales del país, pero si a los ahorradores chinos se les diera la elección, naturalmente llevarían sus ahorros a bancos (chinos o extranjeros) en la zona de libre comercio, con intereses más altos.
Si eso ocurriese, el dinero empezaría a filtrarse rápidamente del sistema bancario nacional chino hacia la zona de libre comercio, lo que podría poner en peligro todo el sistema financiero de China, de modo que es imposible que Pekín autorice de verdad unos tipos de interés libres en la zona, apunta Holland.
De esta manera, o serán tipos de interés controlados como en el resto de China, o más bien, la zona tendrá que verse aislada de alguna manera del sistema bancario chino, algo probable, ya que Pekín estudia que las firmas que abran cuentas bancarias libres en la zona deban cerrar las que tengan en China, con excepciones.
Con todo, la mayoría de los inversores mantiene su prudente espera a que China anuncie en detalle las normas de funcionamiento de la zona, que podrían ser aprobadas por el Legislativo en su pleno anual de marzo.
Las contradicciones con que comienza su andadura parecen revelar las batallas internas en el Partido Comunista de China (PCCh) entre reformistas y conservadores, por lo que quién gane el puso en Shanghái podría decidir el rumbo político de China en los próximos años, según George Chen, el periodista que reveló esas tensiones.
Chen, editor del servicio financiero del mismo diario hongkongués, reveló en exclusiva en julio, con fuentes oficiales no identificadas, que la nueva zona es un proyecto impulsado personalmente por el primer ministro, Li Keqiang, pese a la enorme oposición que encontró en los organismos económicos chinos.
Ayer ni Li ni su viceprimer ministro, Wang Yang, acudieron a la ceremonia de apertura de la zona, donde la máxima autoridad fue el ministro de Comercio, Gao Hucheng, y donde los tres reguladores estatales (mercado de valores, sector bancario y sector asegurador) sólo enviaron a sus subdirectores.
"Todos los ojos van a estar en cómo de libre se va a permitir que sea la zona", señala hoy Chen, "y si Shanghái falla, China podría encontrar dificultades para volver a ganarse la confianza de inversores extranjeros". EFE