Foro de Astaná pide austeridad pero más inversión y ayuda para países pobres

William Myers

Astaná, 2 jul (EFE).- El Foro Económico de Astaná lanzó hoy una serie de recomendaciones que van desde la disciplina presupuestaria y laboral hasta un aumento de las inversiones y de la ayuda que los países más avanzados dirigen hacia los países menos desarrollados, pasando por la reforma del sistema monetario internacional.

En una "Carta Abierta" al Grupo de los 20 (G20), emitida al término de su tercera edición en Astaná, capital de Kazajistán, el Foro también hizo un llamamiento para "nuevas formas de comunicación entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo".

"Los países independientes que entran en un diálogo global podrán convertirse en un factor de estabilidad en el mundo multipolar que está naciendo", sostiene la Carta, que coincide en algunos aspectos con el discurso inaugural que el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbaev, pronunció ayer ante el Foro.

"La plataforma del G20 debería contar con un equilibrio entre los intereses del mundo desarrollado y el mundo en vías del desarrollo", reclama la Carta, bajo el título "El consenso de Astaná: los contornos del mundo pos-crisis".

El Foro Económico de Astaná -que algunos participantes afirmaron va camino a rivalizar con el de Davos (Suiza)- atrajo en esta edición, por tercer año consecutivo, a representantes de organismos internacionales, gobiernos de diversos países del mundo, grandes empresas y economistas independientes, incluidos varios Premios Nobel.

En cuanto a medidas concretas, la Carta señala que el crecimiento de los déficit presupuestarios, acompañado de un declive en los ingresos estatales en momentos de recesión "supone una amenaza creciente a la recuperación económica global" y ha motivado a los inversores a hacer "una protesta entendible" al vender los bonos emitidos por países que apliquen semejantes políticas.

Recomienda, por tanto, "una política sensata de reforma de los desembolsos presupuestarios y de aumento en los ingresos", incluyendo un incremento en los impuestos sobre el consumo, como el IVA.

Tras señalar que, "contra toda lógica económica", hay un flujo neto de capital desde los países menos desarrollados hacia los países más avanzados, la Carta atribuye la situación al hecho de que Occidente tiene un monopolio sobre las divisas de reserva y sobre las agencias de "rating" que califican el riesgo de inversiones en los distintos países del mundo.

La Carta afirma que "sin una reforma del sistema monetario mundial y del sistema de agencias de 'rating' es imposible corregir el desequilibrio de inversiones".

Ante el peligro del "desempleo prolongado", la Carta aboga por "la normalización de la banca", debido a que las industrias que más mano de obra necesitan dependen de los créditos bancarios, más inversión en la formación de trabajadores y "la flexibilidad salarial" y del mercado laboral en general.

Una vez que se logre la plena recuperación de la economía global, la Carta aconseja controles sobre las inversiones para evitar una "burbuja" en el sector de las materias primas y el "sobrecalientamiento" de los países en desarrollo.

Al mismo tiempo, expresa "dudas sobre la capacidad de las multinacionales de seguir su inversión y expansión en el extranjero", lo cual deriva en "preocupaciones" en los países en desarrollo "que dependen de las inversiones directas extranjeras para apoyar el crecimiento económico y el empleo".

Por último, la Carta señala que la población del mundo que vive "en la pobreza extrema aumentará en 53 millones de personas en los próximos cinco años", para cifrarse en 920 millones de personas.

Por tanto, "los países desarrollados y en desarrollo deberían "asegurar un flujo de financiación externa en los sectores de infraestructura y social" además de "una combinación adecuada de ayuda externa y reformas internas para que los gastos y servicios públicos sean más efectivos". EFE