Redacción Economía, 23 abr (EFE).- La decisión de Grecia de pedir
la activación del plan de rescate negociado con el Eurogrupo y el
FMI no ha puesto fin a la tragedia griega, ya que sus socios
europeos han supeditado la concesión de créditos a que el Ejecutivo
heleno diseñe un estricto plan de ajuste para los próximos tres
años.
Aunque la petición griega ha insuflado ánimos a las bolsas
europeas y ha relajado las tensiones en los mercados de deuda, los
países que arrastran la etiqueta de vulnerables, entre ellos España,
insisten en marcar diferencias con Grecia para evitar un eventual
contagio.
El Gobierno de Atenas tiró hoy la toalla después de soportar un
duro castigo de los inversores, que elevaron el coste de sus
emisiones de deuda hasta máximos históricos tras conocer que el
déficit griego era mayor de lo que se había dicho.
Desde la isla de Kastelórizo, el primer ministro griego, Yorgos
Papandréu, anunció su decisión de pedir la activación del mecanismo
de rescate que se ha estado negociando con el Eurogrupo y el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
"Nos enfrentamos a un camino difícil. Es imperativo que pidamos
activar este mecanismo", dijo Papandréu frente a las cámaras de
televisión.
Ante las dificultades para financiarse en el mercado, Grecia
aspira a que sus socios de la zona del euro le presten este año
30.000 millones de euros, cifra a la que se añadiría una aportación
del FMI de entre 10.000 y 15.000 millones.
Grecia necesita con premura más de 10.000 millones de euros para
cubrir los próximos vencimientos de su deuda: 2.278 millones el 10
de mayo y otros 8.086 millones el 19 de mayo.
Sin embargo, la respuesta del Eurogrupo ha sido contundente: las
ayudas no se aprobarán hasta que Grecia presente un plan de ajuste
convincente para los próximos tres años, un plan que el Gobierno
griego negocia desde hace días con representantes de la Comisión
Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI.
Los países de la zona del euro adoptarán su decisión basándose en
un dictamen que debe preparar la Comisión Europea (CE) en
coordinación con el BCE, y este informe está condicionado a las
negociaciones sobre el plan de ajuste.
La CE ha comunicado a Atenas que dará una respuesta lo antes
posible, pero no se ha olvidado de subrayar que el punto débil del
plan griego es el ajuste fiscal posterior a 2011.
El propio presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha
dejado claras las reglas del juego y ha vinculado las ayudas al
programa griego de ajuste.
El tono más duro lo ha empleado la canciller alemana, Angela
Merkel, quien, después de hablar por teléfono con Papandréu,
supeditó la concesión de los créditos a "estrictas condiciones".
Merkel se encuentra con dos problemas: Alemania es el país que
más dinero tendrá que aportar en un eventual rescate (8.376
millones), algo que no gusta excesivamente a sus ciudadanos, y la
petición de Grecia se produce en puertas de las elecciones
regionales de Renania del Norte-Westfalia, que se celebrarán el 9 de
mayo y determinarán el control de la Cámara Alta.
Más comedida fue la ministra francesa de Economía y Finanzas.
Christine Lagarde dijo que espera que la ayuda de su país a Grecia
(en torno a 6.300 millones de euros) esté lista entre el 9 y el 10
de mayo.
En la misma línea, el director gerente del FMI, Dominique
Strauss-Kahn, apuntó que el fondo está listo para actuar con
rapidez. De hecho, el ministro griego de Finanzas, Yorgos
Papaconstantinu, negociará este fin de semana en Washington la
aportación del FMI.
Por el contrario, se descarta una reunión del Eurogrupo en los
próximos dos días, ni siquiera por videoconferencia.
Con este panorama, los países europeos con mayores déficit siguen
sin verlo claro, sobre todo tras las palabras del presidente del
banco central alemán, el Bundesbank.
Axel Weber, uno de los favoritos para presidir el BCE a partir de
2011, dijo hoy en Washington que el riesgo de contagio de la crisis
griega ha aumentado en las últimas semanas y advirtió de que el
déficit de muchos países es excesivo.
Matizó esta tesis Ewald Nowotny, gobernador del banco central de
Austria y miembro del Consejo de Gobierno del BCE, quien afirmó que
España y Portugal no se pueden comparar con Grecia. EFE