César Muñoz Acebes
Washington, 13 may (EFE).- Para leer el informe del FMI que sirve
de base al plan de ayuda a Grecia hay que ser optimista, porque la
perspectiva que presenta es capaz de deprimir a cualquiera: años de
alto desempleo y bajadas de sueldo, que aún así no garantizan que el
país se escape de la quiebra.
De cara a los mercados, los directivos del Fondo Monetario
Internacional (FMI) han expresado su fe en que Grecia puede
perfectamente evitar la suspensión del pago de su deuda, la cual
atemoriza a sus vecinos europeos.
Pero el informe de los expertos del FMI pone de manifiesto la
travesía de lágrimas que afrontan los griegos y las posibilidades de
que, pese a todo, el país necesite más que los 110.000 millones de
euros en préstamos ofrecidos por la entidad y la zona euro.
"Los riesgos a los que se enfrenta el programa son altos. El
ajuste necesario no tiene precedentes y llevará tiempo, con lo que
se podría caer en la fatiga. Cualquier choque no previsto podría
suponer una carga para la economía y el sistema bancario, incluso si
el programa fiscal va por buen camino", afirma el estudio, que el
FMI ha divulgado en su página de internet, www.imf.org.
El peligro de que el programa crediticio no logre hacer
sostenible la deuda griega es "indudablemente alto", admiten los
expertos del FMI, pero aún así dicen que merece la pena intentarlo
sólo por atajar el contagio de los problemas del país heleno al
resto de Europa.
La posibilidad de que el nerviosismo sobre la deuda engullera a
Portugal, España e Irlanda en particular hizo que la Unión Europea
acordara crear el domingo, en colaboración del FMI, un mecanismo de
rescate capaz de movilizar 750.000 millones de euros.
Esa red de seguridad paradójicamente hace más viable una
reestructuración de la deuda griega, pues los recursos del fondo
podrán frenar ataques especulativos contra otros países, según
Carsten Brzeski, un economista de ING.
Además, con su decisión de comprar bonos soberanos, el Banco
Central Europeo (BCE) podría facilitar un "default" ordenado, razonó
Brzeski en un análisis enviado a sus clientes.
El momento de la verdad llegará dentro de año y medio, cuando la
ayuda externa terminará de cubrir todas las necesidades de
financiación de Grecia, por lo que Atenas tendrá que llamar de nuevo
a la puerta de los mercados.
Si los inversores no se avienen a prestarle dinero a un interés
razonable, la otra opción restante sería "una participación
financiera prolongada del Fondo" en Grecia, según reconoce el
informe, lo que significa otro programa de crédito con más dinero.
Muchas cosas pueden marchar mal con el plan actual, reconoce el
FMI: que la contracción de la economía griega sea mayor de lo
previsto, que la recaudación pública se desplome o que haya una
crisis de confianza en los bancos.
Pequeños desvíos en la tasa de crecimiento prevista, en la bajada
de precios anticipada o en los intereses pueden hacer que Grecia no
consiga controlar su deuda, que según el programa debería
estabilizarse cerca del 150 por ciento del PIB en el 2012.
Eso asumiendo que el Gobierno logre aplicar las medidas de ajuste
acordadas, pese a la resistencia de los trabajadores y jubilados que
sufren los recortes, los ricos que evaden impuestos y las empresas
que se benefician de protecciones estatales frente a la competencia,
las cuales deben ser desmanteladas.
"La resistencia fiera de los intereses creados ha impedido las
reformas en el pasado y la carga del ajuste pondrá a prueba la
cohesión de la sociedad griega", advierte el informe.
El personal del Fondo opina que el programa de ahorro
presupuestario "no tiene precedentes", al aspirar a que el déficit,
que ascendió al 13,6% del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2009,
pase bajo el listón del 3% en el 2014.
En cambio, en el terreno de las reformas estructurales los
expertos del FMI quieren más.
Tildaron de "desalentador" el programa de privatizaciones, con el
que el Gobierno quiere obtener 1.000 millones de euros por año desde
el 2011, y de "débiles" los planes de reforma de las empresas
públicas.
Asimismo, el Fondo pidió a Grecia plantearse la bajada de los
sueldos en el sector privado, además de en el público.
Se trata de un programa "doloroso socialmente", admite el FMI,
pero a su juicio indispensable, incluso si fracasa. EFE