Patricia de Arce
Redacción Economía, 21 sep (EFE).- La crisis ha socavado las
cuentas públicas de los países desarrollados y emergentes y aunque
el déficit se irá reduciendo con la recuperación, a los miembros del
G20 les queda una ardua tarea, la de afrontar una deuda pública que
superará, en muchos casos, su Producto Interior Bruto.
Las autoridades monetarias y los gobiernos coinciden en que hay
que mantener las medidas de estímulo, porque la salida de la
recesión no ha hecho más que comenzar y es mejor esperar a que la
recuperación se afiance.
Así lo defenderán esta semana en la cumbre del G20 en Pittsburgh
(EEUU) los países de la Unión Europea, y así lo cree también
necesario el director gerente del Fondo Monetario Internacional
(FMI), Dominique Strauss-Kahn.
En la conferencia que pronunció ante el Bundesbank en Berlín el
pasado 4 de septiembre, Strauss-Kahn señaló que las medidas de
estímulo deben retirarse sólo cuando la recuperación económica se
haya afianzado y el desempleo comience a bajar.
Esta premisa, compartida por unos y otros, conlleva sin embargo
dos problemas: por un lado puede hacer que sea más lenta la
reducción del déficit y por otro elevará la deuda a niveles más que
preocupantes.
Y es que según cálculos del FMI, la deuda pública puede aumentar
hasta 40 puntos del PIB en muchos países del G20 de aquí a 2014, lo
que será muy difícil de asumir.
Un informe elaborado en julio por el departamento de finanzas
públicas del Fondo advierte de que la deuda pública del conjunto de
los países del G20 puede pasar del 62,4% del PIB que suponía en
2007, antes de la crisis, al 86,6% en 2014.
Habrá casos mucho más graves, como el de la primera potencia
mundial, Estados Unidos, donde el Fondo calcula que la deuda
superará con creces el PIB del país en 2014, al situarse en el 112%,
aunque mucho peor es el panorama para Japón: su deuda puede ser en
cinco años del 239% del PIB, es decir, más del doble de lo que
produce su economía.
España -que aunque no está en el G20 acude de nuevo invitada a la
cumbre de Pittsburgh- parte con una ventaja, y es la de haber
conseguido reducir considerablemente su deuda en los años de bonanza
económica.
Ahora, con la crisis, el déficit público español puede llegar al
10% del PIB en 2009 y seguirá siendo alto en los próximos años,
mientras que la deuda volverá a dispararse.
Así, según el FMI, el déficit de las cuentas españolas estará en
el 4% del PIB en 2014, un año para el que calcula que la deuda habrá
ascendido al 81,2%, frente al 39,5% registrado el año pasado.
El futuro no es halagüeño, pero bastante peor lo tienen otros
países europeos como Italia, donde la deuda puede llegar 132,2% del
PIB en 2014 o la primera economía de la UE, Alemania, para la que se
calcula un nivel de deuda del 91,4%.
¿Y cómo financiarán todos estos países su deuda pública? ¿Habrá
espacio para todos?.
Por el momento, la capacidad de los mercados para absorber la
deuda pública, al menos en el caso de la zona del euro, es "grande"
en un momento en que hay incertidumbre sobre otros instrumentos
financieros, según opinó recientemente el consejero del Banco
Central Europeo José Manuel González Páramo.
Sin embargo, Juan Iranzo, del IEE, advirtió a EFE de que, aunque
ahora se está colocando muy bien la deuda, será más difícil hacerlo
en un futuro no muy lejano.
Ahora, recordó, los tipos de interés están bajos y hay
inyecciones de liquidez, pero las autoridades monetarias tienen que
ir preparando la estrategia de salida, reducir dichas inyecciones
primero y subir después el precio del dinero, lo que dificultará la
colocación de la deuda en un futuro no muy lejano.
Iranzo recordó asimismo que el aumento de la deuda lastra la
capacidad de crecimiento de los próximos años y no ayuda a la
financiación privada, sino que la encarece.
Además, el FMI advierte en su informe de otro problema: el del
envejecimiento de la población, que repercutirá también sobre un
aumento de la deuda.
El Fondo insiste en que con una retirada precipitada de las
medidas de estímulo se corre el riesgo de interrumpir la
recuperación, y puede retrasar también la confianza de los
inversores en la solvencia de los gobiernos, por lo que tampoco les
ayudará a reducir su endeudamiento. EFE