Diego A. Agúndez
Nueva Delhi, 28 jul (EFE).- El aumento de la demanda, sistemas de
almacenamiento y distribución deficientes y la mala gestión de las
lluvias harán del agua un recurso insostenible en la India para el
año 2025 si el país no acomete reformas.
Hasta ahora, la India se ha mantenido fiel a una política de
altos subsidios al consumo, pero la desatención a sus deficientes
redes de distribución y almacenamiento llega al punto de que el 54
por ciento del suministro se pierde por escapes.
"El país considera el agua como una materia prima gratuita, más
que como un activo económico (...). Lo más significativo es que el
precio está infravalorado y para compensarlo, se reciben subsidios",
asegura la Oficina Comercial Española en Delhi en su último informe
dedicado al agua.
El mercado del agua en el país asiático carece de indicadores
fiables y presenta datos de medición defectuosos o inexistentes,
aunque según la consultora EA Water, la disponibilidad del agua y el
crecimiento de la población siguen tendencias opuestas.
La insuficiencia de fondos disponibles crea además problemas de
mantenimiento para las vetustas instalaciones y de construcción de
sistemas de almacenaje en el país, que cuenta apenas con
infraestructuras para conservar 30 días de lluvia.
"El problema no son tanto los subsidios como la mala gestión. No
se valoran los recursos y existe mucha corrupción. El agua no llega
a los usuarios pese a los subsidios", expuso a Efe el analista Dipen
Sheth, vicepresidente de la consultora india Brics.
Los crecimientos demográfico e industrial y los todavía
desconocidos efectos del cambio climático añaden presión a la
política india del agua, un recurso cuya disponibilidad se reducirá
un 86 por ciento para el año 2050, según cálculos de EA Water.
Y junto a esos problemas, los expertos citan como dificultad
añadida la alta estacionalidad de las lluvias, concentradas en un 75
por ciento entre los meses de junio y septiembre, con la llegada del
monzón del suroeste.
Por eso, cuando el fenómeno falla -como este año-, la situación
adquiere tintes de tragedia para los cientos de millones de
campesinos del país, donde dos tercios de las tierras cultivables
están sin acceso a irrigaciones y dependen todavía de la lluvia.
La agricultura india, pendiente de modernización, creció a un
ritmo medio del 3,7 por ciento entre 2003 y 2008, muy por debajo del
resto de los sectores económicos, en parte por su dependencia de los
factores estacionales.
Y este año la perspectiva es poco halagüeña: el monzón de 2009
está siendo débil en el norte de la India, con lluvias que en junio
estuvieron un 43 por ciento por debajo de la media y una situación
preocupante en 15 de las 36 divisiones meteorológicas del país.
"Estoy cruzando los dedos para ver qué pasa al final. Aún no
hemos iniciado un plan de contingencia", aseguró hace unos días el
ministro indio de Agricultura, Sharad Pawar, en declaraciones a los
medios del país sobre la amenaza de sequía.
El agua destinada a usos agrícolas representa el 70 por ciento
del total, aunque las industrias textil, alimentaria, papelera o
energética requieren un consumo cada vez mayor, lo que repercute en
la calidad y la contaminación del elemento.
Actualmente, un 15 por ciento de los acuíferos están
contaminados, aunque según la Oficina Comercial Española la tasa se
elevará hasta el 66 por ciento en 2030; y hay quien achaca el monzón
deficiente al hollín de los contaminantes fuegos de cocina.
"El 70 por ciento de la población india usa biomasa para cocinar,
lo que genera una gran nube marrón de contaminación que impide la
llegada de los vientos del monzón", explicó a IANS el científico
Syed Iqbal Hasnain, del Instituto de Energía y Recursos.
Con este escenario, distintos informes económicos predicen ya
para la India una crisis de sostenibilidad, que ni las autoridades
ni la industria privada del agua -fragmentada y desorganizada-
afrontan por ahora con garantías. EFE