México, 16 mar (EFE).- Indígenas mayas, esposas de pescadores de
la costa de Yucatán, trabajan desde hace cuatro años en el único
criadero de pulpo de México, que acaba de lograr la primera cosecha
en cautividad de estos moluscos en el país.
El proyecto pretende aportar nuevas tecnologías para el
desarrollo de actividades costeras en el estado de Yucatán y,
además, trabajar en el desarrollo de estas mujeres de origen
humilde, explicó a Efe Carlos Rosas, investigador de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) a cargo de la iniciativa.
"Nuestra idea original era comprobar si los pulpos podían crecer
en cautividad. Las encargadas de criarlos y engordarlos fueron estas
mujeres, y a todos nos sorprendió que los animales creciesen tan
rápido", sostuvo.
La experiencia arrancó en Sisal, un antiguo puerto maya, con cien
pulpos de trescientos gramos que, en apenas un mes, alcanzaron el
kilo. Los animales son alimentados con desechos de la industria
pesquera de la zona.
Las indígenas mayas, que ya habían trabajado antes juntas en el
cultivo de hortalizas, se dedicaron durante cuatro años únicamente
al engorde de pulpos hasta que este año la granja vio nacer a sus
primeras crías.
Lo habitual es que, mientras sus maridos pescan (una actividad
muy variable y de poco rendimiento económico), las mujeres de
Yucatán se dediquen a trabajos domésticos para los veraneantes que
visitan este turístico estado del este de México.
"Pero el desarrollo de un producto con base tecnológica las sitúa
en otro nivel, como sujetos que aportan a la comunidad igual o más
que sus maridos", destacó Rosas.
Las seis trabajadoras de la cooperativa han pasado de engordar
pulpos "prácticamente gratis, aunque ellas los vendieran", a obtener
un jornal y los permisos y apoyos necesarios para construir su
propia granja, en la que también estarán involucrados sus esposos,
algo reacios al principio, según Rosas.
"Era por escepticismo, no creían que fuera a funcionar. Pero
después vinieron a ver cómo trabajábamos, se quedaron sorprendidos y
empezaron a apoyarnos", relató.
Durante todo este tiempo, Rosas y su equipo han obtenido datos
suficientes para lanzar un programa piloto comercial y tecnológico
sobre la cría de pulpo "en unos dos o tres años".
Además, han construido una alternativa de vida para un grupo
social que se dedica a una actividad como la pesca, muy estacional y
sujeta a variaciones biológicas de las especies y de otro tipo, como
los huracanes, bastante habituales en la costa de Yucatán.
El pulpo, presente en la dieta mexicana gracias a platos como el
ceviche, es también una de las pesquerías más afectadas por la
actual sobreexplotación del Golfo de México.
"Criaderos como éste le ofrecen mayor estabilidad a la
producción", afirmó Rosas.
Los responsables de la granja capaz de engordar entre cincuenta y
cien pulpos por semana pese a su pequeño tamaño, planean ahora
entablar contacto con los jefes de cocina de restaurantes locales e,
incluso, del resto de México. EFE
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