Marta Hurtado
Ginebra, 26 nov (EFE).- Diez años después de la cumbre de Seattle
(EEUU), el ansiado acuerdo sobre liberalización del comercio mundial
que allí se gestó no tiene agenda, ni plazos para concluir, ni sus
negociaciones forman parte del orden del día de la reunión
ministerial que tendrá lugar la próxima semana en Ginebra.
En 1999, la Organización Mundial del Comercio (OMC) organizó una
reunión ministerial en Seattle que fracasó en su intento de acordar
un mandato para comenzar negociaciones para liberalizar el comercio
mundial.
Veinticuatro meses después, los ministros se reunieron de nuevo
en la ciudad qatarí de Doha y lograron lanzar un proceso, que casi 9
años después sigue sin concluirse.
Del 30 de noviembre al 2 de diciembre tendrá lugar la séptima
reunión ministerial de la OMC, un evento al que se espera que
asistan ministros o representantes ministeriales de los 153 países
que conforman la entidad que rige el intercambio mundial de bienes y
servicios.
El encuentro se realiza cuatro años después del último -que tuvo
lugar en Hong Kong- cuando la normativa de la OMC establece que las
reuniones ministeriales se tienen que celebrar cada dos años.
En la agenda, la Ronda de Doha no aparece oficialmente, pero lo
que a nadie se le escapa es que los ministros presentes se reunirán,
e intentarán convencer al resto de sus posiciones.
"El tema (de la Ronda) no está en la agenda, pero, obviamente, no
se puede ignorar al elefante si está en la habitación", señaló el
propio director general de la OMC, Pascal Lamy, semanas antes del
evento intentando calentar motores.
Esta semana fue más preciso y pidió a los miembros de la
organización "apretar el acelerador".
El problema es que nadie sabe hasta que punto se podrá avanzar
dado el estancamiento en el que la Ronda está sumida desde el
fracaso del último gran intento negociador de julio de 2008, en el
que tras 10 días de maratonianas reuniones, los ministros se fueron
de Ginebra con las manos vacías.
Desde entonces, en cada encuentro de gran relevancia mundial
presidentes y ministros abogan por acelerar el proceso negociador
para poder concluir la Ronda lo antes posible, pero las palabras no
se concretan.
No es buen augurio que la comisaria europea de Comercio,
Catherine Ashton, en el puesto desde hace sólo un año, dejará
vacante el cargo el próximo 1 de diciembre para ser jefa de la
diplomacia europea.
Tampoco lo es el hecho de que tras 10 meses a la cabeza del
Gobierno estadounidense, Barack Obama no haya expuesto cuál es la
posición de su Administración ante la Ronda.
Un dato es revelador, en la reunión ministerial de Cancún (2003)
se acreditaron 4.000 periodistas, en Hong Kong (2005) 3.000; para la
de Ginebra sólo lo han hecho 300.
Pero la conclusión de la Ronda de Doha es especialmente ansiada e
importante para los países emergentes, que esperan poder
beneficiarse de un mercado mundial con menos trabas.
Es por ello que, convocados por el ministro de Exteriores de
Brasil, Celso Amorim, los representantes del G-20 (grupo negociador
de la OMC formado por otros tantos países en desarrollo) se reunirán
el sábado y el domingo en Ginebra, previamente a la ministerial, con
el fin de mantener la presión sobre EEUU y la UE, a quienes se pide
que hagan concesiones en materia de agricultura.
Uno de los pocos logros que se esperan de la ministerial es el
supuesto inminente acuerdo entre la Unión Europea y los productores
de banano de Latinoamérica, muchas veces anunciado pero nunca
concretado.
Y lo que si se concretará en el marco de la cumbre es un acuerdo
de preferencias arancelarias entre dos docenas de países emergentes
y en desarrollo, que prevé reducciones de derechos de aduanas de
entre el 20 y el 70 por ciento en los intercambios de mercancías.
Además, antes y durante la ministerial están convocadas varias
manifestaciones de grupos contrarios a la propia existencia o a las
prácticas de la OMC. EFE