Marta Hurtado
Davos (Suiza), 26 ene (EFE).- La estación alpina de Davos acoge
desde mañana, miércoles, una nueva edición del Foro Económico
Mundial, que esta vez busca ser la plataforma para rediseñar el
sistema económico y financiero que estuvo en 2009 al borde del
abismo.
La vorágine comenzó en el cuarto trimestre de 2008, y en enero de
2009, con la tormenta batiendo aún con fuerza, los participantes de
la 39 edición del Foro Económico de Davos, políticos o banqueros, se
apresaron a sugerir cómo atajar el fuego antes de que el incendio de
la crisis económica y financiera acabase con todo el sistema.
Doce meses después, con las aguas más calmadas, los organizadores
del Foro no han perdido la oportunidad de mostrarse ante el mundo
dispuestos a ayudar a encontrar soluciones a un sistema y a unas
prácticas que nunca antes habían criticado.
"Mejorar el estado del mundo: repensar, rediseñar, reconstruir"
es el lema de esta edición aniversario, la cuadragésima, en la que
participarán los mismos de siempre, pero impelidos a, al menos,
desentrañar el sistema y sugerir cómo mejorarlo.
En mente de todos, los acuerdos sobre regulación financiera
alcanzados en varias reuniones del G-20, y los deseos de ir aún más
lejos, expresados por figuras como los presidentes de Alemania,
Francia o Reino Unido, y recientemente, por Barack Obama.
Algunos comentaristas ya han sugerido incluso que los dirigentes
de los mayores bancos estadounidenses aprovecharán su estancia en la
exclusiva estación alpina de Davos para coordinar una postura común
contra el anunciado interés de Obama de evitar que las instituciones
financieras arriesguen demasiado en sus operaciones.
De hecho, el único representante del ejecutivo estadounidense
será el principal asesor económico de Obama, Larry Summers, quien a
su vez, usará su presencia en el Foro para defender dicha política
reguladora.
Se espera que los jefes de Gobierno de España, José Luis
Rodríguez Zapatero, y Grecia, George Papandreu, ambos socialistas y
con graves problemas económicos internos, aporten también su grano
de arena al debate.
No obstante, el grueso de las 2.500 personas invitadas
personalmente lo siguen formando los altos ejecutivos de las
empresas que sostienen al Foro, y que pagan anualmente 28.870 euros,
más otros 12.225 euros por el privilegio de asistir a Davos.
Alguno de estos ejecutivos serán especialmente juzgados en la
celebración anual del Ojo Público, un evento fuera de la agenda
oficial y co-patrocinado por la Declaración de Berna y por
Greenpeace, que "premia" a las empresas suizas y extranjeras con
peor conducta socio-medioambiental.
Otro de los galardonados esta semana será el presidente de
Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que recibirá el Premio al
Estadista Global, el primero en su categoría, con el cual el Foro
quiere homenajear sus ocho años de mandato.
De Latinoamérica no participarán sus homólogos más a la
izquierda, como el presidente venezolano, Hugo Chávez, o el
boliviano, Evo Morales, que, sin embargo, sí que se trasladarán al
Foro Social de Porto Alegre -contrapunto de Davos desde hace un
decenio- así como el propio Lula.
Tres presidentes latinoamericanos más ortodoxos, Felipe Calderón,
de México; Álvaro Uribe, de Colombia; y Ricardo Martinelli, de
Panamá, representarán a la región en el Foro.
Como cada año, además de los temas económicos, se debatirán
algunos de los asuntos más candentes de la actualidad, como los
acuerdos en la lucha contra el cambio climático, el futuro de
Afganistán, o la reconstrucción de Haití.
El paisaje es el habitual, calles nevadas -se esperan
temperaturas de hasta menos 16 grados centígrados- y 5.000 policías
custodiando la sitiada ciudad, al abrigo de manifestantes
antiglobalización y de cualquiera que no participe directamente en
el Foro. EFE
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