Por Ramiro Scandolo
BUENOS AIRES (Reuters) - La Conmebol suspendió el sábado la final de vuelta de la Copa Libertadores que debían jugar River Plate y Boca Juniors en Buenos Aires, después de una agresión de un grupo de hinchas violentos contra el autobús que trasladaba al equipo visitante que dejó a varios futbolistas heridos.
"Hay acuerdo de ambos clubes de que se desnaturalizó el juego. Prima el juego, el sentido común, se pasa para mañana (domingo) a las 17.00 (hora local, 2000 GMT)", dijo el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, a periodistas en el estadio de River.
Hinchas violentos de River apedrearon el bus que trasladaba al plantel de Boca Juniors al estadio Monumental horas antes del inicio del partido, que estaba programado para las 2000 GMT.
El organismo que rige el fútbol sudamericano había postergado previamente en dos ocasiones el inicio del histórico encuentro, en medio de febriles negociaciones con los dirigentes de ambos clubes y hasta con el presidente de la FIFA.
Médicos de la Conmebol revisaron a algunos futbolistas de Boca que resultaron heridos por la rotura de los vidrios y por los gases que lanzó la policía para intentar contener los incidentes.
Según la carta de los médicos a las autoridades de la Confederación Sudamericana de Fútbol, dos jugadores "refirieron lesiones en la córnea, la cual no se pudo confirmar por nuestro cuerpo médico".
"Consideramos que desde el punto de vista médico, no existe una causal para la suspensión del encuentro", concluyó la nota.
Dos jugadores fueron trasladados a centros médicos para que se les realizaran controles, y de acuerdo a reportes de la prensa local, no recibieron el alta médica para jugar el sábado. Fotos reproducidas por la prensa local mostraban al capitán Pablo Pérez y al juvenil Gonzalo Lamardo con vendas en un ojo por las heridas.
"Nos están obligando a jugar en estas condiciones, con tres compañeros que no están bien, no se puede creer lo que está pasando", había dicho a periodistas Carlos Tevez, delantero e ídolo de Boca, antes de la decisión de la Conmebol.
Más temprano, el vicepresidente de Boca Darío Richarte dijo a Fox Sports que la posición del club era "no jugar".
Por otro lado, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires clausuró en la noche del sábado el estadio de River por exceso de público y obstrucción de vías de salida. No se sabe aún las implicancias de esta clausura en el partido del domingo.
"Pedí a los inspectores la mayor celeridad para poder brindar la posibilidad de que el espectáculo se juegue", dijo Ricardo Pedace, director de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, en una entrevista televisiva.
Imágenes de televisión mostraron al bus que trasladaba a Boca pasar al lado de un numeroso grupo de simpatizantes de River a pocas cuadras del estadio. Allí, los violentos lanzaron piedras, botellas y otros objetos.
Los dos clubes protagonizaron un incidente similar dentro de la cancha de Boca en la Libertadores de 2015, cuando los hinchas "xeneizes" arrojaron gas pimienta a futbolistas de River, hecho que llevó a la descalificación del local de la competencia.
Este escándalo se da apenas días antes de que líderes de las naciones industrializadas que integran el G-20, incluidos Donald Trump y Vladimir Putin, se reúnan en Buenos Aires a tan solo unas cuadras de donde se registraron los incidentes.
La final entre River y Boca es la primera entre dos clásicos rivales y entre los dos clubes más populares de un país en más de seis décadas de la Libertadores, por lo que concentró la atención mundial.
(Información de Ramiro Scandolo y Eliana Raszewski. Editado por Javier Leira)