Pablo I. Bronte
Madrid, 1 jul (EFE).- Europa ha restado importancia al impacto que tendría en el suministro de petróleo al Viejo Continente el embargo sobre el crudo iraní que entra hoy en vigor, aunque el desarrollo de los acontecimientos en el Golfo Pérsico marcará el futuro de los precios y del abastecimiento del "oro negro".
El optimismo de los socios comunitarios se sustenta en que se habían dado un plazo de seis meses para disminuir sus importaciones del país asiático y buscar alternativas ante los recelos que ha despertado el programa nuclear iraní entre las autoridades europeas y estadounidenses.
De hecho, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha confirmado esta semana que España ya no importa crudo del país persa, en aplicación de esta reducción.
La decisión de Arabia Saudí de bombear crudo a niveles récord de alrededor de 10 millones de barriles al día (mbd) ha ayudado a aliviar las consecuencias de esta "ley seca", al tiempo que ha provocado, junto a la incertidumbre económica mundial, una bajada del 29 % en las cotizaciones del petróleo en esta primavera.
Antes de que Arabia Saudí tomara esa medida, el endurecimiento de las sanciones a Irán llevó al precio del petróleo a una carrera alcista hasta marzo, cuando se colocó en 130 dólares el barril.
Por ello, el mercado del crudo seguirá de cerca, previsiblemente, la escalada de la tensión entre los gobiernos de Irán y de Estados Unidos, que, a la postre, podría amenazar a los canales de transporte de crudo.
En concreto, la agencia de calificación crediticia Moody's advirtió en mayo de que el precio del petróleo podría subir si el conflicto diplomático que sostienen Teherán y Washington a cuenta del programa nuclear persa llega al terreno militar e Irán decide bloquear el estrecho de Ormuz, punto estratégico por el que sale del Pérsico cerca del 20 % del crudo consumido en el mundo.
Esta medida no es un extremo que descarten las autoridades iraníes, que ya han amenazando con cortar ese paso marítimo si el país es atacado.
Es más: el Cuerpo de Guardianes de la Revolución de Irán ha anunciado esta semana que el país equipará los buques de guerra que vigilan el estrecho con nuevos misiles con un alcance de 300 kilómetros.
La agencia Moody's suavizó la gravedad del problema, dado que en mayo ya apuntaba que la producción de petróleo libio estaba volviendo a funcionar "más rápido de lo previsto".
Además, advertía, si se consumara el cierre de Ormuz, de que lo más probable era que la interrupción durara poco. En ese momento, la agencia apuntaba que era necesario esperar al desarrollo de los acontecimientos.
Así pues, el mercado del petróleo seguirá pendiente de la evolución de la situación en Irán y de la capacidad de Arabia Saudí, Rusia e Irak -así como de otros países del Golfo Pérsico- para proporcionar el crudo que ya no saldrá del país de los ayatolás, cuyas exportaciones de petróleo habrían caído un 40 % desde inicios de año, según la Agencia Internacional de la Energía. EFE