Lisboa, 24 jun (EFE).- A la dura oposición de los sindicatos y la izquierda, el gremio empresarial se unió a las críticas al Gobierno conservador de Portugal, que recibió hoy a técnicos de la troika para preparar un nuevo examen a las cuentas del país.
A tres días de la convocatoria para la cuarta huelga general en los dos años del Gobierno de Pedro Passos Coelho, las organizaciones patronales portuguesas pidieron al Ejecutivo que presione a la troika para que se revisen las severas medidas de ajuste exigidas al país a cambio de un préstamo de 78.000 millones de euros concedido en 2011.
"De una vez por todas hay que tener el coraje y la osadía de no insistir en una receta que no es una solución para Portugal y cuya continuidad puede llevarnos hacia un camino sin retorno", dijo a los periodistas el presidente de la Confederación de Industria, António Saraiva.
La austeridad promovida en Portugal por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), conocidos como la troika, fueron blanco de duras críticas de la patronal lusa, normalmente más condescendiente que los sindicatos y los partidos de izquierda con los planes de ajuste.
"El Gobierno debe, con determinación y firmeza, presionar a los responsables de estas políticas para revisar, de forma realista, las metas de consolidación presupuestaria y las medidas adoptadas, que deberían estar enfocadas, sobre todo, a facilitar un nuevo ciclo de crecimiento", reza el comunicado emitido por las cuatro principales asociaciones de empresarios.
A los reproches de la patronal, que demanda un alivio de la carga fiscal con el objetivo de conseguir un aumento del consumo, el primer ministro Passos Coelho aseguró que su Gobierno mantendrá su apuesta por el diálogo con los agentes sociales y recordó que trabaja para "impulsar la economía y crear empleo".
Con una tasa de paro cercana al 18 %, la tercera mayor en la UE, y en recesión desde hace tres años, Portugal podría pedir una nueva suavización de las metas de déficit, insinuó hoy el jefe de Gobierno.
En septiembre de 2012 y en marzo de este año, el país ya se benefició de suavizaciones sucesivas de su déficit, cuyo techo está actualmente en el 5,5 % del PIB para 2013 y en el 4 % en 2014.
"Si es necesario, el Gobierno no dejará de poner encima de la mesa esa revisión de metas (de déficit)", declaró el primer ministro, quien matizó que aún no existe una solicitud formal y que la misma dependerá del contexto económico europeo y del comportamiento de las exportaciones y la demanda interna.
En una visita a Lisboa a finales de mayo, el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, ya reconoció la posibilidad de negociar una flexibilización de las metas presupuestarias de Portugal a partir de 2014, pero sólo "si las circunstancias lo hacen necesario".
A las crecientes críticas de sindicatos, partidos de izquierda y empresarios, los técnicos de la troika iniciaron hoy en Lisboa los trabajos previos a la octava evaluación del rescate a Portugal.
No obstante, la misión oficial de la CE, el BCE y el FMI no comenzará hasta el próximo 15 de julio, aunque en estas tres semanas se espera "adelantar algún trabajo", de acuerdo con el propio Ministerio de Finanzas luso.
En la visita previa se debatirá la reforma del Estado que debe acometer este año y en 2014 y en la que se incluyen ajustes que permiten un ahorro permanente de 4.700 millones de euros en el gasto público luso, equivalente a un 3 % del PIB del país.
Esta profunda reforma, de la que aún no se conoce detalles, afectará especialmente a la plantilla de funcionarios públicos -cerca del 10 % de los trabajadores portugueses- y al sistema de pensiones, del que disfrutan unos tres millones (30 % de la población).
A la cabeza de las críticas a esta reforma se sitúa el principal partido de la oposición, el Socialista (PS), que paradójicamente había firmado cuando era Gobierno las condiciones del rescate en mayo del 2011, un mes antes de los comicios anticipados que llevaron a Passos Coelho al poder.
Sin embargo, el consenso en torno al mismo empezó a resquebrajarse paulatinamente cuando los socialistas empezaron a acusar al Ejecutivo conservador de aplicar austeridad en demasía. EFE