Por Clara-Laeila Laudette y Guillermo Martinez
MADRID, 8 feb (Reuters) - Los turistas franceses, cansados de su estricto confinamiento nacional, están cruzando la frontera para dirigirse a Madrid, donde bares y restaurantes están abiertos y la gente puede permanecer al aire libre hasta las 10 de la noche, a pesar de la virulenta tercera ola de COVID-19 que azota a Europa.
"Aquí hay vida, hay de todo", dice Clara Soudet, una estudiante de 22 años, a la salida de un evento musical cerca de la bulliciosa Gran Vía madrileña. Soudet llegó justo antes de Nochevieja para visitar a su novio y disfrutar de un ambiente diferente.
"Está todo abierto. Incluso con el toque de queda, se pueden hacer muchas cosas, así que lo aprovechamos al máximo. (...) Sentí un gran alivio cuando me senté en mi primera terraza".
Ante el cierre de los espacios culturales de Francia, la prohibición de servir comidas en los restaurantes y el estricto toque de queda de las 6 de la tarde, los amantes del ocio han puesto sus ojos en la capital del país vecino del sur.
El gobierno conservador de la Comunidad de Madrid ha establecido uno de los toques de queda más laxos de España, desafiando las recomendaciones nacionales de cerrar los locales de hostelería y los comercios no esenciales, aunque ha hecho obligatorio el uso de mascarillas y ha reducido a la mitad la ocupación de los espacios públicos.
"Ver los restaurantes abiertos fue un poco chocante, porque en París es deprimente (...), todos los cierres están echados", dice el estudiante de la Sorbona Adrien Durand, mientras saboreaba su primera comida en una terraza.
Las políticas a contracorriente de la región contrastan con las del resto de España que, al igual que Francia, está siendo azotada por una tercera ola de infecciones. España alcanzó el viernes los 2,95 millones de casos y 61.300 muertes, mientras que Francia acumula 3,29 millones de casos y 78.600 muertes.
"Sin el turismo (...) no tenemos a nadie", dijo Lucio Burgos-Céspedes, que regenta un restaurante en la madrileña plaza de Santa Ana.
El camarero Edu Luna, que trabaja en un bar de tapas al otro lado de la plaza, está de acuerdo y señala que los franceses ocupan ahora seis de cada diez mesas. Se siente cómodo con la clientela extranjera gracias a las buenas medidas de seguridad en el trabajo, como la desinfección, el uso de mascarillas y la reducción de la ocupación.
"Me parece estupendo, desde el punto de vista del negocio. Sin turistas, no comemos".
COMO SI FUERA 2019
Los turistas franceses superaron a los británicos y a los alemanes por decenas de miles en diciembre, según un informe del Instituto Nacional de Estadística de España de la semana pasada, representando uno de cada cuatro visitantes extranjeros durante el mes.
De los aproximadamente 650.000 turistas que visitaron España en diciembre, más de 164.000 eran franceses, que entraron principalmente en avión, aunque algunos lo hicieron en coche.
"He vuelto a aprender a vivir, como si fuera 2019", dice Clementine Julien, una estudiante de Derecho de 23 años que no había salido de Francia en un año y que ahora estaba sentada con satisfacción en una terraza de Madrid esperando su copa.
"Estaba cansado de no poder hacer nada", dice Theo Perucci, de 22 años, mientras toma una cerveza y juega a las cartas con su hermana. "(Queríamos) hacer un viaje y también vivir con normalidad (...), así que nos vinimos por capricho. La vida aquí es buena".
Sin embargo, la afluencia de jóvenes turistas en busca de diversión puede resultar problemática. La policía ha disuelto dos fiestas organizadas por ciudadanos franceses que reunieron a decenas de asistentes sin mascarilla en apartamentos alquilados, a pesar de la prohibición de mezclarse en los hogares.
La policía está investigando si el hecho de que los promotores de ambas fiestas fueran franceses fue una coincidencia, lo que ha provocado la alarma en algunos medios de comunicación sobre una posible red de turismo de fiesta dirigida por ciudadanos franceses.
Sin embargo, más allá de su vida social, Madrid atrajo a la estudiante de empresariales Clemence Berna por el rigor de sus habitantes. "Me sentí segura porque (...) el uso de la mascarilla es mucho más respetado aquí que en Francia o Reino Unido", dijo Berna al salir de un bar en una azotea.
"Había pasado casi un año, y lo recordaré durante mucho tiempo: al sol, en una terraza de España con una cerveza. Me sentí mucho mejor".
(Información de Clara-Laeila Laudette, Guillermo Martínez, Juan Medina; información adicional de Belén Carreño y Nathan Allen; editado por Andrew Cawthorne; traducido por Tomás Cobos)