Producto de una política equivocada y alejada de la realidad internacional que estimulaba el desarrollo del sector agrícola ganadero para posicionarlo mundialmente frente a la demanda potencial que está surgiendo, Argentina sufrirá en breve situaciones inimaginables.
Una de estas situaciones que ni el más pesimista hubiese imaginado es la posibilidad de que en 2010 el país, bautizado a principios del siglo XX como el granero del mundo, deje de exportar trigo.
Las proyecciones sobre la campaña 2009-2010 anticipan una cosecha que apenas alcanzarían las 6,3 millones de toneladas.
Según declaraciones recogidas por “El Cronista”, Daniel Assef, de Coninagro decía: “A duras penas se podrá cubrir el abastecimiento interno. Si no llueve, tal vez se esté a un paso de importar grano”.
Ante esta situación crítica, desde el campo se le solicita al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que abandone su política intervencionista en el sector para que el mismo pueda recuperarse.
Si el gobierno sigue con su postura, lo más probable es que haga oídos sordos a las súplicas del sector y se mantenga inflexible en su política agrícola ganadera. Y cuanto más tiempo se mantenga así, mayor será el daño causado al sector y las oportunidades perdidas. ¿Entrará en razón el gobierno argentino?